El Secreto Mejor Guardado de Fatima
by Jose Maria Zavala, 2016
Índice Portada Cita INTRODUCCIÓN. FÁTIMA, UN SIGLO DESPUÉS 1. «¡CARNICEROS!» 2. LA CAJA FUERTE 3. PROFETAS DE CALAMIDADES 4. «¡RUSIA! ¡RUSIA!» 5. EL ARREGLO 6. LA «OSTPOLITIK» VATICANA 7. LA GRAN OCASIÓN 8. EL «PLIEGO CAPOVILLA» 9. LA CONFESIÓN 10. LA CARTA EPÍLOGO. EL TESTAMENTO DEL PADRE PÍO INFORME PERICIAL CALIGRÁFICO Guardaos de tocar a mis ungidos, ni mal alguno El Padre Pío aseguró que esta profecía del Salmo |
INTRODUCCIÓN Todos los hombres de la Historia que han hecho algo con el futuro tenían los ojos fijos en el pasado. La celebración del primer centenario de las apariciones de Fátima no es comparable en modo alguno con cualquier otra efeméride mundial, como el Descubrimiento de América, la conquista del Polo Norte o el viaje a la Luna. |
1 ¿Cree usted, acaso, que si eso no fuera verdad habría sectas satánicas —¡Macellai! —vocifera don Gabriele Amorth en italiano, como si quisiera expulsar al mismísimo demonio, recuperando el antiguo destello de sus ojos cansados, acuosos, viejos. LA MADONNA EN HELICÓPTERO Con solo mirar a los ojos del padre Amorth tiene uno ya la convicción de «ver a Dios en un hombre», como dijo un abogado de París tras conocer a Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars. PROFECÍAS VATICANAS Los retratos de dos grandes santos, Juan Bosco y Juan Pablo II, completan la selecta pinacoteca del espíritu que don Gabriele conserva en su sala de exorcismos, de la que también forma parte por derecho propio el Padre Pío, canonizado precisamente por el Papa polaco el 16 de junio de 2002. Quiero agradecer con vosotros al Señor por habernos dado al querido Padre Pío, por habérnoslo dado en este siglo tan atormentado. No era la primera vez que Karol Wojtyla visitaba el convento de San Giovanni Rotondo, donde vivió el Padre Pío durante cincuenta y dos años consecutivos de su vida. Estuvo también allí recién ordenado sacerdote, en 1948; y regresó veintiséis años después, en noviembre de 1974, siendo ya cardenal. El mismo fraile capuchino que vaticinó el futuro papado de Juan Pablo II, fue elevado por este a los altares. Venerable Padre: le ruego haga una oración por una madre de cuatro hijas, de 40 años, de Cracovia, en Polonia. Durante la última guerra estuvo en un campo de concentración en Alemania; ahora su salud y su vida están en peligro gravísimo debido a un cáncer. Ruegue a fin de que Dios, por intercesión de la Beatísima Virgen, muestre su misericordia con ella y su familia. In Christo obligatissimus, Carolus Wojtyla. Tras meditar un rato en silencio, el Padre Pío dijo resuelto a Battisti: Venerable Padre: la señora médico de Cracovia, en Polonia, madre de cuatro hijas, recuperó instantáneamente la salud el 21 de noviembre, antes de la operación quirúrgica. Deo gratias. A Vd. también, Padre, doy devotamente las más rendidas gracias en su nombre, el de su marido y el de toda su familia. In Xto. Carolus Wojtyla. Fue así como la doctora y su marido se convirtieron más tarde en asiduos invitados a Castel Gandolfo durante las vacaciones veraniegas del Papa. Reverendo Padre, Su Paternidad recordará, sin duda, que en el pasado ya me he permitido encomendar a sus oraciones ciertos casos especialmente dramáticos y dignos de atención. Así pues, me gustaría agradecerle vivamente, también en nombre de los interesados, sus oraciones en favor de una señora, médica católica, enferma de cáncer, y del hijo de un abogado de Cracovia que padece una grave enfermedad desde su nacimiento. Gracias a Dios, ambas personas se encuentran ahora bien. Me permito también, Reverendo Padre, encomendar a sus oraciones a una señora paralítica de este arzobispado. Al mismo tiempo me permito encomendarle las inmensas dificultades pastorales a las que se enfrenta mi pobre tarea en la presente situación. Aprovecho la ocasión para manifestarle una vez más mi veneración religiosa con la cual amo confirmar Su Paternidad devotísima en Jesucristo. Añadamos, por último, que San Pío de Pietrelcina no solo predijo que Karol Wojtyla sería Papa. Escudándose en el crucial testimonio del abogado Carmelo Mario Scarpa, amigo íntimo del comendador Alberto Galletti, protagonista del episodio que a continuación vamos a relatar, Francisco Sánchez-Ventura, hijo espiritual del Padre Pío, daba fe de cómo este vaticinó también que el cardenal Juan Bautista Montini se convertiría en Pablo VI. EL PRIMER ENCUENTRO Se honrará siempre don Gabriele Amorth de ser hijo espiritual de San Pío de Pietrelcina, a quien conoció con tan solo diecisiete años, en agosto de 1942, tal y como me recuerda en su sala romana de exorcismos: LECTOR DE ALMAS Y claro que el padre Amorth regresó a San Giovanni Rotondo… ¡Para confesarse con el fraile capuchino! CURACIÓN MILAGROSA Don Gabriele Amorth no exagera ni un ápice. En uno de sus frecuentes viajes a San Giovanni Rotondo conoció a otro sacerdote diocesano como él: don Pierino Galeone, hijo espiritual también del Padre Pío, a quien este curó milagrosamente de una tuberculosis cuando estaba desahuciado por los médicos, tras la Segunda Guerra Mundial. A TUMBA ABIERTA Aquel mismo hombre sanado por el Padre Pío estuvo durante poco más de una hora relatándome, cara a cara, un sinfín de anécdotas. Desde el principio, me sentí observado por su mirada penetrante a la que yo correspondía todo el tiempo. La misma impresión que tuvo él la primera vez que vio al santo de los estigmas, la sentí yo entonces mientras le escuchaba atentamente: presentí como si me conociera de toda la vida. |
2 Una vez leído el texto del Tercer Secreto de Fátima, el Papa lo devolvió a la caja fuerte. Nunca más quiso saber nada de aquel documento, como si su contenido fuese un verdadero anatema, condenándolo durante todo su pontificado al más implacable ostracismo. Me he interesado —declaraba—, como muchos fieles y sacerdotes, por el Tercer Secreto de Fátima. Como se sabía que debía ser revelado en 1960, a menos que Sor Lucia falleciese antes [en cuyo caso, por expreso deseo de la Virgen, debía publicarse entonces], todos esperábamos que llegase el anhelado año. Pero 1960 llegó, y nada se anunció. Yo fui secretario de Juan XIII cuando estaba en París y he aprovechado la confianza que tenía con él para decirle con franqueza… TENSA CONVERSACIÓN ¿Qué le comentó Oddi con pasmosa sinceridad e incluso cierto descaro a Roncalli, convertido ya en todo un Papa de la Iglesia, a quien habían coronado el 4 de noviembre de 1958 colocando sobre su grueso cuerpo los sesenta kilos de vestiduras pontificias y los tres kilos de oro puro de la tiara de tres coronas, que simbolizaban las iglesias militante, triunfante y purgante? No le insistí más, pero deseaba ir al fondo del asunto. Así que fui a ver luego a monseñor Capovilla, su secretario privado. Advirtamos que Oddi no era un cardenal más de la Curia, sino un miembro distinguido de la misma acostumbrado a desempeñar arduas misiones en medio mundo. Ordenado sacerdote el 21 de mayo de 1933, se convirtió en secretario de la delegación apostólica en Irán, entre 1936 y 1939; y, a continuación en Líbano y Siria, donde permaneció hasta 1945, año en que fue destinado a Egipto y luego, a la Nunciatura de Francia, donde trabó contacto precisamente con Roncalli, quien le consagró patriarca de Venecia el 27 de septiembre de 1953. Años después, Juan Pablo II le nombraría prefecto de la Congregación para el Clero. «BUENOS Y MALOS CHICOS» Sabemos ya que Loris Capovilla, según la versión del cardenal Oddi, aseguró que en el momento de dar lectura al Tercer Secreto estaba presente, además del Papa, el también cardenal Alfredo Ottaviani, prefecto del Santo Oficio con Juan XXIII y durante una parte del pontificado de su sucesor Pablo VI. El Papa Juan XXIII abrió el sobre del secreto y lo leyó. Aunque estaba escrito en portugués, me dijo que lo había entendido todo. Después lo introdujo él mismo en otro sobre y lo puso en uno de esos archivos vaticanos que son como un pozo profundo, negro, que reciben en su fondo los documentos que nadie puede ver ya más… LA MORDAZA Que el Papa Juan comprendiese el sentido general del texto, como manifestaba Ottaviani, no estaba en contradicción con la necesidad de un traductor que interpretase con exactitud la literalidad del mismo, según el testimonio de Capovilla. Que yo sepa, el único vivo es el obispo in pensione Angelo Raimondo Verardo, que en el Santo Oficio hacía vida en común con el P. Philippe. Podría haber algún oficial de la Curia, en aquel momento, asociado a uno u otro de los jefes del Dicasterio. El periodista italiano Marco Tosatti había entrevistado también a Loris Capovilla, quien le brindó una versión similar de lo sucedido entonces: Después de haber hablado con todos, [Juan XXIII] me dijo: «Escribe». Y yo escribí, a su dictado: «El Santo Padre ha recibido de manos de monseñor Philippe este escrito. Se ha reservado para leerlo el viernes con su confesor [monseñor Alfredo Cavagna]. Al contener locuciones abstrusas, llamó a monseñor Tavares, quien traduce. Se lo enseña a sus colaboradores más cercanos. Y al final dice que vuelva a cerrarse el sobre, con esta frase: «No expreso juicio alguno». Silencio frente a algo que puede ser una manifestación de la divinidad o puede no serlo. Pero, tal y como advierte el también periodista italiano Antonio Socci, el juicio del Pontífice claro que existió. Basta con indagar en el proceso de canonización de Roncalli para verificar esa inequívoca conclusión. El Papa Juan impuso el silencio por dos motivos: 1. No le parecía «constare tuto de supernaturalitate rei» [que constase del todo la sobrenaturalidad]. 2. No se atrevía a arriesgarse a una interpretación inmediata, mientras que en su conjunto el «fenómeno de Fátima», prescindiendo de las pequeñas aclaraciones, le permitía pronosticar desarrollos de auténtica piedad religiosa. Si por algo fue elevado Roncalli a los altares, no debió de ser tal vez por silenciar las palabras de la Virgen de Fátima, destinadas, como ya sabemos, al conjunto de la humanidad en el ecuador del siglo XX. DE AGUAFIESTAS, NADA Curiosamente, el mismo Roncalli que amordazaba ahora las palabras de la Virgen, negándose a difundir su mensaje, se había declarado un gran devoto de Fátima. Siendo ya patriarca de Venecia, en 1956, fue en peregrinación al santuario mariano y celebró allí un solemne pontifical. LA GRAN PERSECUCIÓN Durante su Pontificado, aunque constituya un tema apasionante para otro exhaustivo trabajo, el Padre Pío sufrió la persecución más implacable y cruel de la propia Iglesia a la que tanto él amaba. LA CARTA DEL PADRE PÍO ¿Y qué decir de la relación de Pablo VI con el Padre Pío? Se diría —declaró el Papa entonces— que a través de alguna grieta ha entrado el humo de Satanás en el templo de Dios. Se creía que después del Concilio [Vaticano II] vendría un día de sol para la historia de la Iglesia; pero, por el contrario, ha llegado un día de nubes, tempestades y oscuridad, porque ha intervenido el poder adverso: el demonio. En este sentido, la publicación de su encíclica Humanae Vitae (De la vida humana), el 25 de julio de 1968, subtitulada Sobre la regulación de la natalidad, ahondó en esa preocupante división. Leámosla: Su inspirado autor apuntaba así al contenido no revelado del Tercer Secreto de Fátima, cuya sola lectura hizo sentir ya al Papa Roncalli el aleteo más intenso en su dilatado estómago… HABLANDO DE SECRETOS Hagamos ahora un poco de historia sobre las tres partes del Secreto de Fátima o, como se han dado en llamar también, sobre el Primero, Segundo y Tercer Secreto. ¿Qué es el secreto? —se pregunta Lucia—. Me parece que lo puedo decir, pues ya tengo licencia del Cielo. Los representantes de Dios en la tierra me han autorizado a ello varias veces y en varias cartas […] Ahora bien, el secreto consta de tres partes distintas, de las cuales voy a revelar dos. Fue el cardenal Alfredo Ildefonso Schuster, arzobispo de Milán durante más de veinticinco años y amigo del Papa Pío XII, quien dio a conocer por mandato de este los dos primeros secretos de Fátima en una pastoral especial publicada el 13 de octubre de 1942. Añadamos, como dato curioso, que el cardenal Schuster sería beatificado por Juan Pablo II el 12 de mayo de 1996. UNA MANO ATENAZADA Revelados, pues, los dos primeros secretos, faltaba todavía el tercero. ¿Cuándo se daría a conocer el último de ellos? Esta misma pregunta tuvo oportunidad de formulársela en persona el canónigo francés C. Barthas a la propia Lucia y al Obispo de Leiria, en 1946. Ambos le respondieron con rotundidad: «En 1960». Me han dicho —confirmaba luego la propia Lucia— que escriba tanto en los cuadernos donde me han ordenado que anote mi diario espiritual, como en una hoja de cuaderno para introducirla después en un sobre sellado y lacrado. El 9 de enero de 1944, Lucia comunicó a monseñor Da Silva que ya había cumplido el encargo: He escrito lo que me ha pedido. Dios ha querido ponerme un poco a prueba, pero al fin y al cabo esa era su voluntad. [El texto] está en un sobre lacrado y ese sobre está en los cuadernos. Sabemos, sin embargo, que el texto hecho público en el año 2000 por el Vaticano —cuatro hojas de cuaderno, con sesenta y dos renglones en total— está fechado el 3 de enero de 1944. ¿Por qué aguardó Lucia entonces seis días completos para comunicarle al Obispo de Leiria que ya había concluido su petición? Pero estamos seguros —manifiesta el padre Alonso— de que las dificultades de Lucia no habrían sido tan graves como para necesitar una intervención especial del Cielo para vencerlas. El clérigo concluye también de modo abrumador: Si se trata de luchas intestinas en el seno de la propia Iglesia y de grandes negligencias pastorales de los más altos miembros de la jerarquía, se comprende que Lucia sintiera una repugnancia tal que le resultase imposible vencerla por medios naturales… LA HOJA MISTERIOSA Sobre las características físicas del documento, el padre Alonso, a quien volveremos a recurrir en su momento, nos indica que se trata en todo caso de un texto breve, tras entrevistarse en privado con la vidente: Lucia nos dice —asevera el sacerdote— que lo ha escrito en una hoja de papel. El cardenal Ottaviani, que lo leyó, nos dice lo mismo: «Lucia escribió en una hoja lo que la Virgen le pidió que dijera al Santo Padre». Por tanto, algunos textos que se le atribuyen no nos convencen; en razón de su tamaño, tienen que estar alterados forzosamente. Dejémoslo aquí por un instante… El secreto, escrito en una hoja de papel —nos dice el canónigo Barthas— dentro de un sobre cerrado, fue entregado al señor Obispo, quien a su vez lo hizo llegar personalmente al señor Obispo de Leiria, que se encontraba, a la sazón, en Quinta da Formigueira, cerca de Braga. Observe el lector cómo el canónigo Barthas, autor de una obra ya clásica sobre las apariciones de Fátima, cuya primera edición en francés vio la luz en 1962 y contó luego con numerosas reimpresiones, manifiesta también que el Tercer Secreto fue «escrito en una hoja de papel», en lugar de las cuatro páginas de que consta el documento publicado en el año 2000 por el Vaticano. Insistamos, pues, en la gran pregunta: ¿Existen acaso así dos documentos diferentes…? Este sobre, con su contenido, será entregado a Su Em. el Señor cardenal D. Manuel, patriarca de Lisboa, después de mi muerte. Leiria, 8 de diciembre de 1945. José, Obispo de Leiria. Cuando monseñor Venancio, inducido por la lógica curiosidad y emoción de quien tenía en sus manos un verdadero tesoro, se dispuso a otear a través de los dos sobres el contenido del secreto, su antecesor Da Silva aún vivía, pero estaba muy enfermo a sus ochenta y cinco años, hasta el punto de que fallecería meses después, el 4 de diciembre de 1957. Yo envié —escribe monseñor Venancio — el sobre a la Nunciatura el 12 de marzo de 1957, a las 12 horas. El papel más grande corresponde al tamaño del sobre exterior, con fecha de 8-12-1945 (14,5 × 22 cm). El segundo papel corresponde al que vi por transparencia; es de un formato algo más pequeño, a ¾ de cm de la parte superior y del lado derecho. En los otros dos lados se ajusta al tamaño del sobre interior. El sobre exterior llevaba al dorso el sello en cera roja de monseñor José. No se veía nada al trasluz pero se adivinaba que había lacre en las cuatro esquinas. Todo parecía indicar así que había en principio dos documentos distintos; o lo que era lo mismo: dos partes del mismo Tercer Secreto de Fátima, de las cuales solo se ha publicado una hasta hoy. ¿A qué sigue obedeciendo entonces tan celoso mutismo con respecto a ese otro supuesto documento? Lo veremos… EN LOS APOSENTOS PAPALES Entre tanto, añadamos que el sobre lacrado con el Tercer Secreto fue enviado al Vaticano. Pero no se guardó en el Santo Oficio, como sucedió con el documento difundido por el Vaticano en su día, sino en el mismo departamento privado del entonces Papa Pío XII. Decía, entre otras cosas, el periodista francés en su carta: De allí mismo ordenó Roncalli extraer el documento para examinarlo en presencia de Capovilla, Ottaviani y Tavares. Previamente, habiendo establecido ya su nuevo séquito, el recién elegido Pontífice había visitado las habitaciones papales cerradas después de la muerte de Pío XII y dado instrucciones para preparar su traslado a ellas al día siguiente. |
3 En la Historia de la Revelación, normalmente los anunciadores de castigos y calamidades fueron los verdaderos profetas, como por ejemplo Isaías. Pensar que el bueno de Roncalli iba a ser capaz de publicar en 1960 un mensaje que podía arruinar sus anhelos de optimismo en el futuro de la Iglesia y del mundo entero era desconocerle por completo. Siendo patriarca de Venecia, en marzo de 1953, y vistiendo las ropas escarlatas de su jerarquía con una esclavina de armiño sobre los hombros para abrigarse, el futuro pontífice era la persona más alegre de todas. Sonriente, impartía su bendición a derecha e izquierda con tanta energía, que su sombrero redondo y de alas anchas se mecía en su cabeza peligrosamente. De no habérselo sujetado varias veces, se le habría caído al canal infestado de góndolas. [El Papa] no entraba de puntillas en su reino, sino con la seguridad del propietario que abre de par en par las ventanas y cambia de sitio los muebles. Y así fue. Todo el mundo le quería, como hoy al Papa Francisco. Recién elegido, el pueblo romano ya no le dio otro apelativo que el de «Papa Giovanni», «Papa Juan». Antes estaba prohibido llamar al Pontífice con un nombre distinto del que había sido elegido, por ejemplo, decir «Papa Pío» para significar al Papa Pío XII. Por eso, los romanos decían siempre «Pio dodicesimo» o bien «il Santo Padre». Pero en el caso de Juan XXIII, todos: la curia, los párrocos, los tradicionalistas, permitieron sin problemas el uso de «Papa Giovanni». Igual que hoy se le denomina a Bergoglio «Papa Francisco». ¿CRISIS DE FE? ¿NEGLIGENCIA? Quedaría incompleto nuestro relato sobre el Tercer Secreto de Fátima si no rescatásemos, llegados a este punto, a uno de los más grandes estudiosos de las apariciones marianas en la Cova da Iria. Aludimos, claro está, al sacerdote claretiano Joaquín María Alonso, a quien ya conoce el lector. El Secreto de Fátima no habla ni de bombas atómicas, ni de cabezas nucleares, ni de misiles […] Su contenido atañe solo a nuestra fe. Identificar el Secreto con anuncios catastróficos o con un holocausto nuclear significa deformar el sentido del mensaje. La pérdida de la fe de un continente es peor que el aniquilamiento de una nación entera. Y lo cierto es que la fe está disminuyendo de forma constante en toda Europa. Pese a la férrea censura, conocemos la opinión del padre Alonso sobre el tema que ahora acapara nuestra atención por dos de los veinticuatro volúmenes publicados en 1992 y 1999, respectivamente, y por otras breves obras y artículos suyos que han visto también la luz. No era él un hombre que se anduviese por las ramas, a juzgar por algunas de sus manifestaciones realizadas antes de su muerte, registrada el 12 de diciembre de 1981. En el período —comenta el padre Alonso— que precede al gran triunfo del Corazón de María suceden algunas cosas tremendas que son objeto de la Tercera Parte del Secreto. ¿Cuáles? Si en Portugal se conservarán siempre los dogmas de la fe… Se deduce con toda claridad que en otras partes de la Iglesia esos dogmas, o se van a oscurecer, o hasta se van a perder. DE LA SALETTE A FÁTIMA Mencionaba el padre Alonso el pueblo de La Salette, donde la Virgen habló precisamente de la gran apostasía moderna, con la aparición de poderosas fuerzas anticristianas y de terribles pruebas para la Iglesia incluso desde su misma cúspide. Nada nuevo, pues, bajo el sol… de Fátima. LA DANZA DEL SOL El 13 de octubre, en efecto, la Virgen había augurado para las doce del mediodía un milagro que sería visible por todos, con independencia de su credo religioso. Era comprensible que, ante semejante anuncio, acudiesen más de 70.000 peregrinos de los rincones más remotos de Portugal, y hasta del extranjero, atraídos por tan excepcional espectáculo. Llegados a Cova da Iria —recordaba Lucia—, junto a la pequeña encina, llevada de un movimiento interior, pedí al pueblo que cerrase los paraguas mientras rezábamos el Rosario. Poco después, vimos el reflejo de la luz y enseguida a Nuestra Señora. A continuación, se desarrolló el siguiente diálogo: Y abriendo las manos —añadió Lucia—, las hizo reverberar en el sol, y según se iba elevando, continuaba proyectando en el sol el reflejo de su propia luz. Mi intención no era llamar la atención del pueblo, pues ni siquiera me daba cuenta de su presencia. Lo hice llevada de un impulso interior que me movió a ello. La multitud contempló, absorta, el prodigio. El cielo se abrió, cesando la lluvia de inmediato y deshaciéndose las nubes. De repente, el sol empezó a girar sobre sí mismo, como si fuera una rueda de fuego, mientras diseminaba por todas direcciones resplandores amarillos, verdes, rojos o azules. LA IGLESIA EN LA ENCRUCIJADA Retomando el Tercer Secreto, advirtamos que si el padre Joaquín María Alonso nos proporcionaba su honesta opinión sobre el contenido del mismo sin tan siquiera haberlo leído, el cardenal Ottaviani en cambio, como ya sabemos, fue uno de los pocos privilegiados que pudo contemplarlo en presencia de Roncalli y de su ayudante Capovilla. He tenido la gracia y el don de leer el texto del Tercer Secreto […] El Secreto afecta al Santo Padre, al cual estaba destinado. Él era el destinatario y si él no se decide a decir: «Este es el momento de darlo a conocer al mundo»… Os puedo manifestar solamente esto: que vendrán tiempos muy difíciles para la Iglesia y que es necesario orar mucho para que la apostasía no sea demasiado grande. Tremendas palabras las del cardenal Ottaviani, quien, insistimos, leyó el Tercer Secreto de Fátima. ¿Qué necesidad tenía todo un príncipe de la Iglesia de mentir sobre el mensaje dictado por la Virgen a Lucia y recogido en aquel documento oculto hasta hoy mismo? Dice así: El ya octogenario cardenal Oddi, por su parte, preguntado por el Tercer Secreto de Fátima en la revista 30 Giorni, en noviembre de 1990, el mismo que osó recriminar a Roncalli por no haberlo publicado e interrogó luego a su secretario personal Loris Capovilla en idéntico sentido, manifestaba lo siguiente: El Tercer Secreto de Fátima, a mi juicio, no habla de la conversión de Rusia porque, si así fuera, Juan XXIII lo habría anunciado a todo el mundo. Para mí, el Secreto de Fátima contiene una profecía desgraciada sobre la Iglesia, razón por la cual el Papa Juan, Pablo VI y Juan Pablo II no lo han divulgado. Frère Michel señalaba así, de modo implícito, a la formación de dos Iglesias distintas: una minoritaria, tildada de ultraconservadora por defender la Doctrina tradicional de Cristo; y otra mucho más numerosa en comparación con la primera, considerada progresista y preocupada en adaptar esos principios sagrados e inalienables a los tiempos modernos. Considero que esa parte del Secreto atañe a la Iglesia, a sus interioridades. Tal vez dificultades doctrinales, crisis de unidad, desgarros internos, rebeliones, divisiones. La última frase del escrito de mi tía, que precede a la parte todavía desconocida del Secreto, dice: «En Portugal se conservará siempre el dogma de la fe». Después, empieza el fragmento que no conocemos. Sin embargo, esa frase nos da a entender que el contenido de la parte que falta podría estar relacionado con la última afirmación conocida. Es decir, que en otras partes de la Iglesia este dogma podría estar vacilando… Incluso uno de los más célebres mariólogos, el francés René Laurentin, consideraba que el Tercer Secreto no revelado concernía a la Iglesia, y no al mundo: La Virgen —advertía Laurentin— ha querido llamar nuestra atención sobre las terribles tentaciones y los desvíos de la Iglesia posconciliar […] Es la fe la que atraviesa la crisis como ya se ha podido comprobar en numerosos países cristianos que han vuelto la espalda al dogma y se han apartado de la línea del Concilio. UN INCORDIO DE HOMBRE Elegido el Papa número 261 de la Iglesia Católica, el 28 de octubre de 1958, en el cuarto día del Cónclave y a la edad de setenta y siete años, como ya sabemos, Angelo Roncalli no estaba preparado, insistimos, para profecías agoreras sobre el futuro de la Iglesia y del mundo. La encontré [a Lucia] en su convento muy triste, pálida y demacrada. Y me dijo: «Padre, la Santísima Virgen está muy triste porque nadie hace caso a su mensaje, ni los buenos ni los malos. Los buenos, porque prosiguen su camino de bondad, pero sin hacer caso a este mensaje. Los malos, porque no viendo el castigo de Dios, actualmente sobre ellos, a causa de sus pecados, prosiguen también su camino de maldad sin hacer caso a este mensaje. Pero créame, padre, Dios va a castigar al mundo y lo va a castigar de una manera tremenda […] Sor Lucia aludía, en palabras del padre Fuentes, a la batalla decisiva que libraba el demonio contra la Virgen no solo en el mundo, sino sobre todo en el seno de la propia Iglesia. Insistamos así cuantas veces sean necesarias: ¿Cómo iba Roncalli entonces a dar carta blanca a los que él mismo denominaba «profetas de calamidades»? En el ejercicio cotidiano de nuestro ministerio pastoral llegan a nuestros oídos sugestiones de almas, ardorosas de celo, sin duda, pero carentes de un gran sentido de discreción y moderación. En los tiempos actuales no contemplan sino prevaricaciones y ruinas; van repitiendo que nuestra época, comparada con las anteriores, ha ido empeorando. Y se comportan como quien nada aprende de la Historia, que es también maestra de vida, y como si en los tiempos de los Concilios Ecuménicos precedentes todo fuese el triunfo completo de la idea de vida cristiana y de la justa libertad religiosa. Pero nos parece que debemos disentir de esos profetas de calamidades que anuncian acontecimientos siempre infaustos, como si fuese inminente el fin del mundo. Esos eran precisamente, empleando la termología de Roncalli, los tres pastorcitos de Fátima y el padre Fuentes: auténticos «profetas de calamidades». Sobre los «profetas de calamidades»… —reflexionaba Biffi, en 2007—. La expresión se hizo muy popular y es natural: a la gente no le agradan los aguafiestas; prefiere a quien promete tiempos felices en lugar de a quien presenta temores y reservas […]. La verdad estaba así reñida, en este caso, con el deseo de mirar hacia otro lado, escondiendo la cabeza como el avestruz para proclamar al mundo las falaces maravillas que le aguardaban… |
4 Hazle saber al Santo Padre que Yo sigo esperando aún la Consagración de Rusia a Mi Inmaculado Corazón. Los desastres profetizados en Fátima estaban condicionados a que se efectuase la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María. Después Nuestra Señora me dijo: La primera petición de la Virgen, formulada en julio de 1917, se completó así con la de junio de 1929, cuando Lucia supo ya las condiciones concretas para que la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón fuese válida: que la realizase el Papa en unión con todos los Obispos del mundo y con mención expresa de Rusia. LOS DESMANES BOLCHEVIQUES Por nada del mundo deseaba la Virgen de Fátima que volvieran a repetirse los terribles desmanes cometidos durante la revolución bolchevique y la guerra civil en Rusia, donde, en diciembre de 1918, los cadáveres se amontonaban frente a los cementerios de todas las ciudades importantes. Con el primaveral deshielo, llegaron las epidemias. El régimen se planteó entonces la incineración como sistema para hacer desaparecer los cuerpos y evitar las enfermedades. Números 1 a 18 ciudadanos de Ekaterimburgo (conozco personalmente a los tres primeros) fueron encarcelados sin que se formulara contra ellos ninguna acusación y a las cuatro de la madrugada del 29 de junio fueron conducidos (con otro, sumando 19 en total) al vertedero municipal de Ekaterimburgo, que está casi a un kilómetro de Ekaterimburgo, donde se les ordenó ponerse en hilera, a lo largo de una zanja recién cavada. Cuarenta hombres armados, se cree que milicianos comunistas, con aspecto de tener pocas luces, abrieron fuego y mataron a 18. El n.º 19, el señor Chistorserdov, escapó milagrosamente aprovechando la confusión general. Junto con otros cónsules destinados en Ekaterimburgo, protesté ante los bolcheviques por aquella barbaridad y los bolcheviques respondieron aconsejándonos que nos ocupáramos de nuestros asuntos, alegando que habían fusilado a aquellas personas para vengar la muerte del camarada Malishev, muerto en el campo de batalla, frente a los checos. Tras la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial y la nueva victoria de los bolcheviques en la guerra civil rusa entre 1918 y 1920, la República soviética recuperó parte de los territorios perdidos en Brest-Litovsk. LA GUILLOTINA Jesús aludía de manera explícita al rechazo del rey Luis XIV de Francia a la petición del Cielo efectuada el 17 de junio de 1689 por medio de Margarita María de Alacoque, una monja del convento francés de la Visitación de Paray-le-Monial, donde ingresó el 20 de junio de 1671, beatificada años después por Pío IX y canonizada por Benedicto XV. LA DESIDIA DE PÍO XI El panorama podía ser desolador también para la humanidad en el futuro si volvía a incumplirse la voluntad de Dios en este caso: consagrar Rusia al Inmaculado Corazón de María. Pío XI leía las cartas —cuenta Tosatti, escudado en el valioso testimonio de un huésped de los sagrados palacios durante décadas enteras—, después alzaba la mirada, dejaba las hojas sobre la mesa y exclamaba un «¡Bah!» pensativo… Al final comentaba a media voz, como si hablase consigo mismo: «Dicen…, dicen que soy yo Su Vicario en la tierra. Si tiene algo que revelarme, podría decírmelo directamente». El Papa tuvo la sartén por el mango entre 1929 y 1931, según Frère Michel. De hecho, si Rusia hubiese sido consagrada al Corazón Inmaculado de María, se habría convertido y la Segunda Guerra Mundial y la consiguiente expansión del comunismo por el mundo no existirían seguramente en los libros de historia. Pero dado que esto no se verificó —se lamenta Frère Michel—, en lugar de las promesas, llegaron los castigos y las desventuras que se abatieron sobre la Cristiandad. Empezando, sin ir más lejos, por la Guerra Civil española. Si los hombres no se enmiendan, Nuestra Señora enviará al mundo un castigo como no se ha visto otro igual, y antes que a otros países a España. LA GRAN ESCABECHINA Jesús nunca habla en vano a través de los instrumentos que elige. LUCIA CLAMA AL CIELO Y entre tanto, por si fuera poco, Adolf Hitler se hizo con el poder en Alemania en enero de 1933 y el demonio nazi se sumó así al demonio comunista de Stalin que ya existía en Rusia. ¿Si conviene insistir? —se preguntaba Lucia—. No lo sé. Me parece que si el Santo Padre cumpliese ahora la consagración, Nuestro Señor la aceptaría y respetaría su promesa; y sin duda le agradaría a Nuestro Señor y al Corazón Inmaculado de María. Interiormente he hablado con Nuestro Señor de todo este asunto y hace poco le pregunté por qué no convertía a Rusia sin que Su Santidad hiciese esta consagración. Por fin, en marzo de 1937, el Obispo de Leiria se decidió a escribir al Papa, pero este hizo caso omiso de la misiva hasta el punto de no dignarse ni a responderla. ¡Cuánta ceguera! Y entonces, tal y como había advertido la Virgen, la noche del 24 al 25 de enero de 1938 sobrevino la que se dio en llamar «aurora boreal» y que señalaba en realidad el próximo estallido de la Segunda Guerra Mundial. Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus pecados, por medio de la guerra, el hambre, la persecución de la Iglesia y del Santo Padre. Esa extraña señal sobrecogedora se produjo, en efecto, en todo el occidente de Europa aquella noche invernal. Mira, hija mía, mi Corazón rodeado de espinas que los hombres ingratos atraviesan en todo momento con sus blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme. Anuncia en mi nombre que prometo asistir en la hora de la muerte, con las gracias necesarias para la salvación, a todos los que el primer sábado de cinco meses consecutivos se confiesen, reciban la Sagrada Comunión y recen la tercera parte del Rosario, meditando en los misterios, con la intención de desagraviarme. Y ahora era Jesús, quien, a comienzos de 1939, apremiaba así a Lucia: Pide otra vez con insistencia la promulgación de la Comunión reparadora de los Primeros Sábados en honor al Inmaculado Corazón de María. Está próximo el tiempo en que el rigor de Mi Justicia castigará los crímenes de muchas naciones. El 20 de junio de 1939, dos meses y medio antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, el llamamiento de Lucia adquiría ya tintes dramáticos, persuadida del cumplimiento inminente de la terrible profecía: Nuestra Señora prometió retrasar el flagelo de la guerra si fuera propalada y practicada esta devoción [la de los cinco primeros sábados de cada mes]. Vemos a la Virgen rechazando ese castigo en la medida de los esfuerzos que se hacen para extenderla; pero mucho me temo que podamos hacer más de lo que ya hacemos, y que Dios, descontento con ello, levante el brazo de Su Misericordia y permita que el mundo sea asolado con ese castigo que será, como nunca lo fue, horrible, horrible… Las consecuencias de tan obstinada desobediencia a los mandatos del Cielo no tardaron en llegar con la firma del ya aludido Tratado Ribbentrop-Molotov, seguido de la invasión de Polonia el 1 de septiembre, y de la entrada formal de Francia e Inglaterra en el conflicto el día 3, declarándose así la Segunda Guerra Mundial. Pese a todo, la mayoría de estadistas y ciudadanos descreídos continuaban buscando argumentos geoestratégicos, cuando no casuales, a un conflicto que parecía ser de naturaleza causal. Dios está afligido, no solo a causa de los grandes pecados, sino también por nuestra dejadez y negligencia en atender sus peticiones. Ese mismo año, la religiosa insistió ante el Obispo de Leiria con una nueva carta y escribió también directamente otra a Pío XII, elegido Papa el 2 de marzo de 1939 en sustitución del fallecido Pío XI, quien se fue a la tumba sin haber cumplido ni uno solo de los deseos expresados por la Virgen de Fátima. EL PARCHE DE PÍO XII Pío XII atendió finalmente solo en parte la petición de la Virgen, formulada en esa carta por Lucia, consagrando el mundo al Inmaculado Corazón de María el 31 de octubre de 1942. El acto de consagración se difundió mediante un radiomensaje en portugués, con ocasión de la clausura de las fiestas jubilares de los veinticinco años de las apariciones de Fátima. Dios Nuestro Señor —manifestaba la vidente— me ha mostrado ya su complacencia con el acto, aunque sea incompleto conforme a su voluntad, realizado por el Santo Padre y por varios obispos. En recompensa, promete acabar en breve con la guerra; la conversión de Rusia para más tarde. Con razón, Piero Mantero y Valentina Ben, en su libro Fatima. La profezia rivelata, manifiestan su creencia a pies juntillas en el sentido providencial del desarrollo de la guerra. Así pues, tras la consagración de octubre de 1942, según ellos, «Dios cumplió de inmediato su promesa: 3 de noviembre de 1942, derrota alemana en El Alamein, tras diez días de terribles combates; 8 de noviembre: desembarco del Ejército angloamericano en África del Norte; 2 de febrero de 1943: capitulación en Stalingrado del VI Ejército alemán; Churchill pronuncia su célebre discurso: La rueda del destino ha dado la vuelta». Hazle saber al Santo Padre que Yo sigo esperando aún la Consagración de Rusia a Mi Inmaculado Corazón. ¿Podía pedirse a la Virgen mayor elocuencia todavía? El terror es espantoso —relataba Davies—. Por múltiples indicios se comprueba que el pánico penetra y obsesiona a todas las capas de la sociedad. No hay un hogar, por humilde que sea, que no viva con el miedo constante de una batida nocturna de la policía secreta, preferentemente entre la una y las tres de la madrugada. Si alguno es arrestado, pasan meses sin oír hablar de él. A veces incluso acontece que desaparezca para siempre. La policía secreta ha extendido su actividad como jamás se había visto en la capital de la URSS. Se afirma que es tan brutal y cruel como la de los antiguos zares. La purga actual tiene, sin ninguna duda, un carácter político y religioso. Y entre tanto, entrevistada por el historiador estadounidense William Thomas Walsh, el 15 de julio de 1946, Lucia seguía insistiendo hasta la extenuación: Lo que Nuestra Señora quiere es que el Papa y todos los obispos del mundo consagren Rusia a Su Inmaculado Corazón. Todavía un año después, ella seguía erre que erre, fiel al mandato mariano: «¡No, no! ¡No el mundo! ¡Rusia, Rusia!». |
5 Se temía una reacción fulminante y de consecuencias impredecibles para el Vaticano por parte de las autoridades soviéticas. Don Gabriele Amorth es tal vez el exorcista que más veces ha combatido cara a cara con el diablo. Al preguntarle cuántos exorcismos ha realizado desde que el cardenal Ugo Poletti, vicario del Papa en la diócesis de Roma, le nombró para tal fin en 1986, responde categórico: ¿CONSAGRACIÓN? ¿QUÉ CONSAGRACIÓN? —Retomemos ahora —sugiero al padre Amorth— nuestra conversación sobre Fátima: ¿Cree usted que la Iglesia ha cumplido con los requisitos exigidos por la Virgen para que la Consagración a su Inmaculado Corazón sea válida? LA SOMBRA DEL KGB La afirmación del padre Amorth («se temía una reacción fulminante y de consecuencias impredecibles para el Vaticano por parte de las autoridades soviéticas») no parecía en modo alguno descabellada; sobre todo, teniendo en cuenta que Juan Pablo II constituía desde su misma elección un verdadero incordio para el Kremlin, que tres años antes de la fallida consagración, en mayo de 1981, había intentado probablemente quitárselo ya de en medio. Alí Agca —aseguraba monseñor Dziwisz, en 2007— era un asesino a sueldo perfecto. Enviado por alguien que consideraba que el Papa era peligroso, molesto. Por alguien que tenía miedo de él, de Juan Pablo II. Por alguien que se había quedado asustado, muy asustado, ante la noticia de que había sido elegido un Papa polaco. ¿Y pues? ¿Cómo no pensar en el mundo comunista? ¿Cómo no llegar, subiendo peldaño a peldaño, hasta el que ordenó que se cometiera el atentado? ¿Cómo no llegar, al menos como hipótesis, al KGB? Era un hecho incuestionable, como señalaba el periodista Svidercoschi, que la elección de Wojtyla provocó un gran desconcierto en las autoridades de la URSS, empezando por la jefatura del Estado que ocupaba entonces Leónidas Bréznev y siguiendo por las filas de la policía secreta, el KGB, a las órdenes de Yuri Andrópov. Es necesario tener en cuenta todos los elementos de aquel escenario. La elección de un Papa aborrecido por el Kremlin; el primer regreso a su patria; la explosión de Solidaridad. Además, en esos momentos, la Iglesia polaca estaba perdiendo a su gran primado, el cardenal Wyszynski, ya al final de su vida. ¿No conduce todo en esa dirección? ¿Los caminos, aunque sean distintos, no confluyen en el KGB? ¿Estaba entonces dispuesto Juan Pablo II, o más bien algunas personas influyentes de su entorno, a provocar tres años después la ira y la venganza del mundo soviético con una consagración al Inmaculado Corazón de María que mencionase de forma expresa a Rusia? ¿OTRA CARTA APÓCRIFA? Por otra parte, el cardenal Bertone se agarraba como a un clavo ardiendo a la presunta carta de Lucia para demostrar que la consagración había sido admitida por el Cielo y zanjar de ese modo el menor atisbo de debate: Sor Lucia —escribía Bertone en La última vidente de Fátima— confirmó personalmente que el acto solemne y universal de la consagración correspondía a María. «Sim està feita, tal como Nossa Senhora a pediu, desde o dia 25 de Março del 1984». (Sí, ha sido hecho, tal y como Nuestra Señora lo había pedido, el 25 de marzo de 1984). Lo afirma en una carta enviada al Papa el 8 de noviembre de 1989. Cualquier discusión y cualquier petición ulterior carecen de fundamento. Hablando de cartas, Francisco Sánchez-Ventura y Pascual, hijo espiritual del Padre Pío, se hacía eco en su libro El secreto oculto de Fátima de otra supuesta epístola de Lucia fechada el mismo año 1989, pero en un día y mes distintos de la misiva invocada por el cardenal Tarcisio Bertone. Pax Christi Con buen criterio, Sánchez-Ventura advertía antes de nada: No deja de sorprender que la consagración del Papa Pablo VI, de 1964, fuera rechazada por Lucia por no haber citado a Rusia de una manera concreta y singular… y que en la carta no se aluda a esta circunstancia; aquí, en cambio, parece que no se le da importancia a este extremo y se califica de buena la consagración, por lo que nosotros, que pecamos de desconfiados quizá en este caso sin justificación alguna, pensamos: «¿Habrá firmado la carta Sor Lucia al amparo de la santa obediencia, diciendo algo que no estaba en su pensamiento, como el Padre Pío firmó lo que los superiores le pusieron a la firma, declarando la gran mentira de que «nunca había sido objeto de ninguna persecución»? Sea como fuere, llama poderosamente la atención, en efecto, la exclusión que hace Lucia en esa carta de una de las condiciones más importantes requeridas por la Virgen para dar validez a la consagración: la mención expresa de Rusia. Vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, y la Comunión reparadora de los Primeros Sábados. Estas fueron las palabras textuales pronunciadas por la Virgen, las cuales estampó Lucia para la posteridad de su puño y letra en uno de sus cuadernos personales. ¿Qué sentido tenía, entonces, afirmar ahora en dos cartas atribuidas a la religiosa —la transcrita por Sánchez-Ventura y la esgrimida por Bertone, la cual no era manuscrita curiosamente, sino que había sido redactada por primera vez con ordenador— que la consagración de Juan Pablo II en marzo de 1984 era válida, pese a omitirse la mención expresa a Rusia por presuntas presiones políticas y diplomáticas? LUCIA INSISTE Poseemos también una carta de Lucia, del 29 de mayo de 1930, esta sí escrita con toda seguridad por ella misma, en la que no deja lugar a dudas sobre el requisito incondicional de la consagración de Rusia: El Buen Dios —escribe la carmelita— promete terminar con la persecución en Rusia, si el Santo Padre se dignare hacer y mandar que lo hagan igualmente los obispos católicos en un solemne y público acto de reparación y consagración de Rusia a los Santísimos Corazones de Jesús y de María. Prometiendo Su Santidad, mediante el fin de esta persecución, aprobar y recomendar la práctica de la ya indicada devoción reparadora [la de los cinco primeros sábados]. Pero es que además la Virgen había pedido directamente a Lucia en 1929, doce años después de su primera revelación, que «el Santo Padre haga, en unión con todos los Obispos del mundo, la consagración de Rusia a Mi Corazón Inmaculado». La Hermana Lucia me puso en claro que Nuestra Señora no pidió la consagración del mundo a Su Corazón Inmaculado. Lo que Ella exigió específicamente fue la consagración de Rusia […] Dijo una vez más y con énfasis deliberado: «Lo que Nuestra Señora quiere es que el Papa y todos los obispos del mundo consagren Rusia a Su Inmaculado Corazón en un día especial. Si se hace esto, Ella convertirá a Rusia y habrá paz. Si no se hace, los errores de Rusia se esparcirán por todos los países del mundo. A continuación, el profesor Walsh le preguntó: El Santo Padre [Pío XII] ya ha consagrado a Rusia, incluyéndola en la consagración del mundo, pero no ha sido hecho en la forma indicada por Nuestra Señora. El 26 de diciembre de 1957, Lucia volvió a la carga y advirtió: Rusia será el instrumento de castigo escogido por el Cielo para el mundo entero si no logramos de antemano la conversión de esa pobre nación. El 21 de marzo de 1982, la carmelita descalza fue requerida formalmente para explicar al representante del Papa Juan Pablo II —el Nuncio de Lisboa— lo que la Virgen deseaba del Pontífice. El requerimiento se produjo en presencia del Obispo de Leiria-Fátima y del doctor Lacerda. Lucia manifestó que el Papa debía elegir una fecha concreta y ordenar a todos los Obispos del mundo entero que hiciesen cada uno, en su propia catedral y al mismo tiempo que el Pontífice, una ceremonia solemne y pública de reparación y consagración de Rusia al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María. Si usted lo desea —manifestó la monja—, puedo jurarle con mis manos sobre los Santos Evangelios que la consagración de Rusia no ha sido hecha. LAS PIEZAS NO ENCAJAN El sagaz periodista Antonio Socci advertía a su vez de que el cardenal Bertone no definió en el documento elaborado por la Congregación para la Doctrina de la Fe la consagración de 1984 como «una consagración de Rusia», sino como un «acto solemne y universal de consagración», lo cual era ya de por sí muy significativo. No participaron todos los obispos del mundo ni se hizo mención a Rusia. Muchos obispos no dieron importancia alguna a este acto. Hay otras muchas piezas que tampoco encajan en el incompleto puzle de Fátima. Veamos otra más apuntada ya por el padre Amorth: ¿Por qué el Vaticano aguardó cinco largos años para obtener la aprobación de Lucia por escrito a la consagración de 1984, y dieciséis años en total para comunicarla al mundo, si al día siguiente de la misma, el lunes 26 de marzo, Juan Pablo II obtuvo ya la confirmación de labios del padre Luis Kondor, vice-postulador del proceso de canonización de los pastorcitos? Evidentemente —nos refiere Aura Miguel, tras entrevistarse con los padres Kondor y Luciano Guerra—, hablan de Fátima. Juan Pablo II hace algunas preguntas. Desea saber si se ha cumplido todo lo que pidió la Virgen y les pregunta si alguno de ellos ha hablado con Sor Lucia. «Creo que contesté yo», recuerda el padre Kondor. Explica que la religiosa le ha dicho que, ahora, el Santo Padre ha hecho todo lo posible en lo que se refiere a lo pedido por la Virgen. A juzgar por la confirmación obtenida en boca del padre Kondor, así como por la carta referenciada años después como prueba por Bertone, cuyo texto jamás hemos visto ni siquiera en una simple fotocopia hasta hoy mismo, y el cual, en opinión del padre Amorth, no fue escrito por Lucia, el Papa Juan Pablo II debía estar persuadido de que su consagración había resultado válida. Por eso mismo no intentó hacer otra, pues pensaba que la última había sido ya del completo agrado del Cielo. Era 1984 —evocaba el obispo Cordes—, y durante un almuerzo privado, el Papa habló de la consagración que había realizado. Contó que había pensado, tiempo atrás, en mencionar a Rusia en la plegaria de la bendición. Sin embargo, por sugerencia de sus colaboradores, acabó descartando esa idea. No podía arriesgarse a una provocación tan directa contra los dirigentes soviéticos. Nos contó también cuánto le pesó esa renuncia a la bendición pública de Rusia. Juan Pablo II estaba así apesadumbrado, según monseñor Cordes, porque tampoco había sido capaz de pronunciar el nombre prohibido de «Rusia». |
6 En agosto de 1962, ya con la autorización pontificia, se celebró en Metz un encuentro con el Metropolita de Moscovia, Nicodemo, en el que se convino que el Concilio no iba a proferir condena alguna del Comunismo. ÁLVARO D’ORS, ROMANISTA Traigamos ahora a colación de nuevo a un experto de la relevancia del padre claretiano Joaquín María Alonso, a quien el lector conoce ya de sobra. Este sacerdote probo no podía permanecer indiferente ante la postura vaticana de silenciar, o incluso de negar, el deseo firme y reiterado de la Virgen de Fátima de consagrar de modo expreso Rusia a su Inmaculado Corazón, la cual él mismo calificaba sin tapujos de «vergonzosa»: Por eso —manifestaba el sacerdote, indignado— nos parecen falsas, contraproducentes, vergonzantes y hasta vergonzosas todas esas posiciones de conveniencia, de compromiso, de entente, entre la Iglesia y un poder declaradamente ateo y marxista. Estas posiciones ambiguas, cuando pretenden evitar mártires, solo producen traidores. Por lo demás, es un hecho que la Ostpolitik, desde la banda eclesiástica, ha resultado un fracaso. ¿Y en qué consistía la Ostpolitik vaticana que denunciaba, sin pelos en la lengua, el padre Alonso? Caracterizada por una apertura cuya finalidad era suavizar las relaciones entre la Iglesia y el Estado comunista, se basaba en unos presupuestos de «buena vecindad y convivencia»; las dos partes interesadas cedían así algo de sus poderes para encontrar una fórmula de coexistencia entre cristianismo y ateísmo. ¿Qué sucedía en la práctica? De esa forma ya no podía tratarse de una convivencia, sino tan solo de una coexistencia manejada siempre con soberanía, y en su propio beneficio, por el Kremlin. El comunismo es intrínsecamente perverso; y no se puede admitir que colaboren con él, en ningún terreno, quienes deseen salvar la civilización cristiana. EL PACTO DE METZ Las autoridades vaticanas hicieron oídos sordos a la categórica prohibición de Pío XI y suscribieron sin el menor escrúpulo el llamado Pacto de Mezt, firmado en la ciudad francesa donde se reunieron en agosto de 1962 —dos meses antes de inaugurarse el Concilio Vaticano II— el cardenal Tisserant, enviado por Juan XXIII, y Nikodim, el patriarca ortodoxo de Moscú, considerado por algunos expertos como un mero títere del Politburó soviético. Entre los observadores [del Concilio Vaticano II] figuraban dos representantes del patriarcado de Moscú, cuya presencia despertó natural expectación, y que parece haber sido el resultado del llamado «Pacto de Mezt», en atención a la ciudad alsaciana donde tuvo lugar la larga aunque informal negociación. La evidencia de lo que pudo haber sido y no fue, en relación con el Sínodo Romano de 1960 y su antagonista Concilio Vaticano II con la firma del Pacto de Mezt, es captada a la perfección por un romanista excelso como Álvaro D’Ors, autor de este magistral artículo publicado en la revista Verbo: Algo parecido —escribe D’Ors— ha ocurrido con la condena del comunismo, que, naturalmente, no podía figurar todavía en el antiguo Código. El Sínodo de 1960 no solo tenía un recuerdo de sentimiento (págs. 477 y 499) para los que sufren en la Iglesia del silencio, y, por otro lado, volvía a firmar la licitud de la propiedad privada (art. 217), sino que declaraba como enemigos de la Iglesia al Comunismo, Marxismo y Materialismo. EL GRAN MANIPULADOR Desde dentro de la propia Iglesia, empezaban a oírse así voces que osaban contradecir la voluntad de la Virgen de Fátima, con tal de garantizar la supervivencia de una postura abocada a la más vil traición. No es necesario —escribía Édouard Dhanis— hacer largas reflexiones para comprobar que le resultó prácticamente imposible al Soberano Pontífice realizar tal consagración [la efectuada por Pío XII, en 1942] […] Cismática como unidad religiosa y marxista como unidad política, Rusia no pudo ser consagrada por el Papa sin que ese acto constituyese un desafío, tanto para la jerarquía separada, como para la Unión Soviética. Era increíble, pero cierto, que un teólogo de la experiencia y el renombre de Édouard Dhanis no solo cuestionase la veracidad de los escritos de Lucia, dando a entender incluso que podían ser fruto de su invención aunque fuese de manera inconsciente, sino sobre todo que manipulase a conveniencia el mensaje claro y diáfano de la Virgen de Fátima atreviéndose a negar que Ella hubiese pedido la consagración expresa de Rusia a su Inmaculado Corazón. LA PASIÓN DE MINDSZENTY Bajo esa misma férula comunistoide de la Ostpolitik vaticana, cayó derribado el cardenal primado de Hungría, József Mindszenty (1892-1975), condenado primero por los comunistas a la pena de muerte, conmutada luego por la de cadena perpetua por alta traición a la ideología atea, y después por los seguidores de la Ostpolitik vaticana, que le arrebataron el título de primado de Hungría en virtud de los compromisos históricos adquiridos con los gobernantes magiares. CONVERSIÓN AL CATOLICISMO Los mal llamados «fatimistas», tildados también de «tradicionalistas» o de «ultraconservadores» por defender la mención expresa de Rusia en el acto de consagración o la revelación de la totalidad del Tercer Secreto de Fátima, entre otras cosas, fundamentaban la invalidez de la ceremonia presidida por Juan Pablo II en que no se había derivado de la misma la salvación de Rusia, la cual equivalía en su opinión a su conversión al catolicismo: Es obvio —se lee en la página web www.fatima.org — que el estado moral y espiritual del mundo ha empeorado desde 1984: En los últimos catorce años se han llevado a cabo 600 millones de abortos y se han desatado guerras alrededor del mundo. Se han «legalizado» la eutanasia y los actos homosexuales. En la misma Rusia se ha aprobado recientemente una nueva ley que discrimina en contra de la Iglesia Católica y a favor del islamismo, budismo, judaísmo y las iglesias ortodoxas que ocuparon por la fuerza las parroquias católicas bajo el régimen comunista. Es claro, entonces, que Rusia no está convertida a la fe católica en la forma como Nuestra Señora de Fátima lo prometió si se cumplía su petición. La salvación llevaba consigo la conversión, tal y como Lucia había insistido en diversas ocasiones, tras sus comunicaciones interiores con Jesús. La siguiente carta de la religiosa, publicada por el padre Alonso, prueba cuanto afirmamos: —Señor Obispo: Mi confesor me ordena que participe a V. Excia. lo que hace poco pasó entre mí y Nuestro Buen Dios: pidiendo a Dios la conversión de Rusia, de España y Portugal, me pareció que Su Divina Majestad me decía: El convencimiento de que esa conversión debía ser al catolicismo era unánime entre algunos altos dignatarios de la Iglesia, por más que el cardenal Tarcisio Bertone se empeñase en negarlo en su libro La última vidente de Fátima: Atención —prevenía Bertone al lector—: la consagración de Rusia no quería decir, para Lucia, atraer la gran Rusia al catolicismo. No eran estas sus intenciones. Sin embargo, el cardenal Alfredo Ildefonso Schuster opinaba de muy distinta manera, el 13 de octubre de 1942: La Virgen Santísima ha añadido que Su Corazón Inmaculado tiene todavía otras gracias para derramar sobre el mundo; gracias que comprenden hasta la conversión de la Iglesia rusa a la Fe Católica, en unión a la Cátedra Apostólica de San Pedro. En su obra Fátima, verdad oculta, el escritor César Uribarri se interroga a sí mismo: ¿Qué postura era la correcta? ¿La del cardenal Bertone, que rechazaba que consagración equivaliera a conversión al catolicismo, o la del cardenal Schuster, en la que la conversión es una radical vuelta de Rusia a la unidad católica? Y el mismo autor se responde con gran lucidez: Lo único claro es que la consagración era el medio elegido por Dios para lograr esa conversión —fuera como fuera—. Sin consagración no se verificaría la conversión de Rusia, que seguiría extendiendo sus errores por todo el mundo. Esta rotundidad de juicio era la que expresaba Sor Lucia. Las veces que preguntaron a la vidente por qué Dios no convertía a Rusia sin necesidad de recurrir a un medio tan difícil como era la consagración —que tantas dificultades encontraba en la misma Curia— ella contestaba en boca del Señor: Precisamente por «tantas dificultades» como encontró siempre la Curia de Roma a la hora de mencionar de forma expresa a Rusia, la consagración nunca se culminó como debiera… LOS ACTOS DE CONSAGRACIÓN El padre Joaquín Alonso, autor de referencia obligada sobre las apariciones de Fátima, como ya hemos dejado constancia, nos informa de los actos del Magisterio Pontificio relacionados con la consagración al Corazón Inmaculado de María anteriores al 25 de marzo de 1984. Así como hace pocos años consagramos todo el género humano al Corazón Inmaculado de la Madre de Dios, así ahora dedicamos y consagramos de un modo peculiarísimo, al mismo Corazón de la Inmaculada, todos los pueblos de Rusia. Pío XII osó pronunciar así la palabra maldita «Rusia» que sus antecesores habían esquivado, pero la consagración tampoco resultó válida esta vez, pues no se hizo de forma colegiada con todos los Obispos del mundo. De modo que se estaba como al principio. La conclusión, pues —desde el punto de vista histórico, único al que podemos referirnos—, es evidente: ninguno de esos actos pontificales ha cumplido todavía con las condiciones que los documentos de Fátima exigían para obtener la deseada conversión del comunismo ateo y marxista. ¿CÓMO MURIÓ JUAN PABLO I? Elegido Papa el 26 de agosto de 1978 con el nombre de Juan Pablo I, Albino Luciani no tuvo tiempo material de consagrar Rusia al Inmaculado Corazón de María ni de dar a conocer el Tercer Secreto de Fátima, por más que lo hubiese deseado, puesto que falleció de forma inesperada, como todo el mundo sabe, el 28 de septiembre del mismo año, a los treinta y tres días de pontificado. La conversación con la monja le turbó profundamente. No le habló del Secreto. Parece que, en cambio, le anunció la ascensión al Solio de Pedro. Pero, a diferencia de lo que sostenía Loris Capovilla, Sor Lucia claro que habló del Tercer Secreto al futuro Juan Pablo I, si nos atenemos a lo referido por Camillo Bassotto en su libro Juan Pablo I. Venecia en el corazón, publicado en Venecia en 1990. El último día, antes de dejarme, el Papa Luciani me habló de su conversación con Sor Lucia… «Un hecho que me ha turbado un año entero», me dijo. «Me ha quitado la paz y la tranquilidad espirituales. Desde aquel día no he dejado de pensar en Fátima. Aquel pensamiento se había convertido en un peso sobre el corazón. Intentaba convencerme de que era solamente una impresión. He rezado para olvidarlo. Hubiera deseado poder confiarlo a alguna persona querida, a mi hermano Eduardo, pero no lo he conseguido. Era demasiado grande aquel pensamiento, demasiado preocupante, demasiado contrario a todo lo que yo soy, no era creíble. Ahora, la previsión de Sor Lucia se ha cumplido, estoy aquí, soy el Papa. Es indudable, a juzgar por las terribles palabras del propio Luciani, que Lucia debió de revelarle algo del Tercer Secreto de Fátima. ¿Qué otra cosa, si no, podía quitarle a Juan Pablo I «la paz y la tranquilidad espirituales», sumiéndole en aquel pensamiento «demasiado preocupante» que le impedía desahogarse incluso con su propio hermano Eduardo? LOS PAPAS ENVENENADOS Un tema que siempre me ha apasionado y producido algún que otro escalofrío es precisamente el envenenamiento de los Papas a lo largo de la historia. Empezando por Teodoro I, que ocupó el solio de Pedro entre los años 642 y 649, y siguiendo por Formoso, emponzoñado en el 896. Llegados a este punto, el lector deseará saber qué sucedió en realidad con Juan Pablo I en pleno siglo XX. Pues bien, si nos atenemos al testimonio sobre su sucesor Juan Pablo II recogido por Elena Patriarca Leonardi, hija espiritual del Padre Pío y fundadora de la Casa del Reino de Dios y Reconciliación de las Almas de Roma, contamos con otro indicio claro de que Luciani pudo ser envenenado también. —Este primer viernes de mes yo estaba en la Iglesia. Cuando terminé mi oración de acción de gracias, la Virgen me dijo: «Orad por el Papa, se está preparando un veneno… Ella me mostró una jeringuilla». ATENTADOS CONTRA JUAN PABLO II Si Juan Pablo I no pudo efectuar la consagración de Rusia por razones obvias, es justo recordar también las tremendas presiones a las que se vio sometido Juan Pablo II durante todo su pontificado para no culminarla tampoco. |
7 La Iglesia siente la amenaza de la destrucción de todos y de cada uno y responde urgiendo la penitencia y la conversión decididas. La expectación era desbordante. Y no era para menos, pues por fin iba a hacerse público el Tercer Secreto de Fátima, que debió revelarse en 1960 y que ninguno de los Papas se había atrevido a hacerlo hasta entonces, corriendo así un tupido velo sobre uno de los mayores enigmas de la historia del mundo y de la Iglesia en el siglo XX. Escribo en obediencia a Vos, Dios mío —manifestaba Lucia—, que lo ordenáis por medio de Su Excelencia Reverendísima el Señor Obispo de Leiria y de la Santísima Madre vuestra y mía. Datado en Tuy, el 3 de enero de 1944, el texto del Tercer Secreto desvaneció enseguida demasiadas esperanzas e ilusiones. El propio cardenal Joseph Ratzinger, en su comentario teológico, reconoció el general desencanto: Quien lee con atención el texto del llamado Tercer Secreto de Fátima, que tras largo tiempo, por voluntad del Santo Padre, viene publicado aquí en su integridad, tal vez quedará desilusionado o asombrado después de todas las especulaciones que se han hecho. No se revela ningún gran misterio; no se ha corrido el velo del futuro. Vemos a la Iglesia de los mártires del siglo apenas transcurrido representada mediante una escena descrita con un lenguaje simbólico difícil de descifrar. Hubo quienes, con abrumadores argumentos, se preguntaron entonces la razón de tanto temor y sigilo desde 1960, cuarenta años atrás, si el secreto no contenía «ningún gran misterio» ni se corría «el velo del futuro», como afirmaba Ratzinger. LA MONJA QUE SOLO VIO AGCA Retrocedamos por un momento a ese fatídico día, en la plaza de San Pedro, antes de llegar a donde nos proponemos. El Papa —recuerda hoy el cardenal Stanislaw Dziwisz, titular de la Cátedra metropolitana de Cracovia, que viajaba a su lado en la ambulancia— estaba perdiendo las fuerzas, pero todavía era consciente. Se quejaba con gemidos apagados, cada vez más débiles. Y rezaba, le oía rezar invocando a «Jesús» y a «María Santísima». El día anterior, Juan Pablo II había visitado el centro médico del Vaticano. A su salida, el doctor Buzzonetti le pidió que bendijese una nueva ambulancia aparcada a su lado. Mientras la rociaba con agua bendita, el Santo Padre dijo: «Bendigo también al primer paciente que usará esta ambulancia». Si efectué solo dos disparos —manifestó Agca al magistrado— fue porque a mi lado había una monja que en un momento dado me asió del brazo derecho y me impidió seguir disparando; de no ser por ella, habría matado al Papa. Esa monja era sor Rita del Espíritu Santo (de seglar Cristina Montella), hija espiritual del Padre Pío, cómo no, a quien este llamaba cariñosamente Bambina, «Niña», y que aquel día estuvo en la plaza de San Pedro en bilocación, carisma sobrenatural que, como ya sabemos, permite a quien lo posee estar en dos lugares distintos al mismo tiempo. «SOY TODO TUYO» Quien ahora se debatía entre la vida y la muerte, con un disparo casi a bocajarro en el estómago, era Karol Wojtyla. Su secretario Stanislaw intentaba sostener al Papa en sus brazos. Comprobó que, pese a su gesto de dolor, permanecía sereno. Le preguntó: «¿Dónde?». Contestó: «En el vientre». «¿Duele?». Y él: «Duele». EL PAPA QUE CAE «MUERTO» Y ahora sí, hagamos la oportuna aclaración de la mano de César Uribarri: No tardaron mucho —manifestaba Uribarri— las voces críticas en encontrar una curiosa «forzadura» del texto. Los autores del comentario vaticano, precedidos del cardenal Sodano, hablaban en todo momento del Papa que cae «como muerto», con lo que pretendían seguir el estilo de una cita literal del texto manuscrito tal y como lo redactó Sor Lucia. Pero la vidente en ningún momento mencionó un Papa que cayera «como muerto», sino «muerto». He aquí la clave: Lucia no escribió «como muerto» al dictado de la Virgen de Fátima, sino «muerto». Textualmente. De hecho, Juan Pablo II no falleció providencialmente a causa del atentado. ¿Entonces…? ¿Era en realidad ese «Obispo vestido de Blanco» el propio Karol Wojtyla, a quien Bertone y Ratzinger señalaban al unísono como tal en su libre interpretación del Tercer Secreto de Fátima? Parece evidente que no. Hubiera bastado simplemente —sugería el autor— con decir que ese Papa que cae muerto es Juan Pablo II, «cuando, en aquel atentado del 13 de mayo, una mano materna le sacó de la muerte» —como le gustaba decir al Papa Wojtyla de sí mismo—. Lo curioso es que se citaba continuamente el manuscrito de la vidente añadiendo siempre ese «que cae como muerto», dejándolo pasar por textual. Y esto era sospechoso, en primer lugar, porque parecía un intento forzado de reescribir la profecía al hilo de la interpretación, y no al revés. Pero, aun siendo relevante, no solo eso restaba credibilidad a la interpretación del secreto, sino que se echaban en falta también otros elementos descritos por Sor Lucia en las cuatro páginas de su cuaderno, como la «montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos», la «gran ciudad medio en ruinas» que atravesó el Papa o «el grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas», además de Alí Agca por supuesto. El mismo empeño —subrayaba Uribarri— que se puso en interpretar la profecía en clave de pasado, no se puso en salvar y hacer actual la urgente llamada a la conversión […] Si toda la visión pertenecía al pasado, si el Papa que caía muerto era el mismo que caía «como» muerto, si todo pertenecía al pasado y del Tercer Secreto ya no había nada más de qué preocuparse, entonces todo estaba bien, el futuro le pertenecía al hombre. ¿Por qué había que convertirse? ¿Para qué esa urgencia en hacerlo? FLAGRANTES CONTRADICCIONES El propio Juan Pablo II, al dirigirse a la multitud de fieles el 13 de mayo de 2000, durante la homilía de beatificación de Jacinta y Francisco Marto, no aludió al pasado precisamente, sino al presente y al futuro en clave de conversión: El mensaje de Fátima —dijo entonces Wojtyla— es una llamada a la conversión, alertando a la Humanidad para que no siga el juego del «dragón», que con su «cola» arrastró un tercio de las estrellas del Cielo y las precipitó sobre la tierra (cf. Ap. 12, 4). La meta última del hombre es el Cielo, su verdadera casa, donde el Padre Celestial, con Su Amor Misericordioso, espera a todos. Y concluía así Juan Pablo II: Con su solicitud materna, la Santísima Virgen vino aquí, a Fátima, a pedir a los hombres que «no ofendieran más a Dios, nuestro Señor, que ya ha sido muy ofendido». Su dolor de Madre la impulsa a hablar; está en juego el destino de sus hijos. Por eso pedía a los pastorcitos: «Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, pues muchas almas van al infierno porque no hay quien se sacrifique y pida por ellas». Por paradójico que resulte, el mismo día en que el cardenal Sodano interpretaba el Tercer Secreto en clave pretérita, Juan Pablo II resaltaba la trascendencia y actualidad del mensaje de Fátima. El Papa quería infundir la urgencia del mensaje de Fátima minutos antes de que Sodano lo recondujera a la Historia. Dicho en román paladino, como afirmaba Wojtyla: el bien y el mal libraban una enconada batalla en la que estaban en juego la salvación de millones de almas y el futuro de la Humanidad. ¿Era este un mensaje del pasado? Todo lo contrario: revestía una rabiosa y preocupante actualidad. Hay en estas sectas una gran sensibilidad (que en ellas se lleva al extremo, pero que, en medida equilibrada, es auténticamente cristiana) frente a los peligros de nuestro tiempo. Y, por lo tanto, ante la posibilidad del fin inminente de la Historia. La valoración correcta de mensajes como el de Fátima puede significar un tipo de respuesta: la Iglesia, escuchando el mensaje vivo de Cristo dirigido a los hombres de nuestro tiempo a través de María, siente la amenaza de la destrucción de todos y de cada uno y responde urgiendo la penitencia y la conversión decididas. La claridad expositiva de Ratzinger era meridiana, a la vez que inquietante. De un modo directo, el cardenal establecía así una relación causa-efecto entre el mensaje de Fátima y la posibilidad cierta «de la destrucción de todos y de cada uno», en sus propias palabras. Una afirmación que estaba en franca contradicción con su interpretación teológica del Tercer Secreto. Le pregunto: ¿Cómo encajaba esta pasmosa seguridad de Ratzinger, quien empezaba afirmando que había leído el Tercer Secreto de Fátima ya en 1985, para admitir finalmente la posibilidad de que este encerrase «los peligros que se ciernen sobre la Humanidad», con su comentario teológico sobre el mismo, efectuado quince años después? De ninguna forma posible. El sucesor de Pedro se presenta aquí también como testimonio de los inmensos sufrimientos del Hombre, como testimonio de las amenazas, casi apocalípticas, que pesan sobre las naciones y sobre la Humanidad. No contento con eso, el Papa polaco tampoco tuvo reparo en manifestar el futuro incierto de la humanidad y su trágico camino el 25 de marzo de 1984, con motivo de la consagración al Inmaculado Corazón de María: ¿Hablaba acaso Juan Pablo II, como Ratzinger, en clave de presente y de futuro con respecto a Fátima, o quedaba ya todo sumido en una nebulosa del pasado? La Santa Sede —responde César Uribarri— había decidido adoptar un tono menor en su comentario teológico para el Tercer Secreto de Fátima mediante la reconducción al pasado de todo lo profético. LA IGLESIA Y LA ANTI-IGLESIA Sin apercibirse seguramente de ello, el cardenal Tarcisio Bertone iba a reconocer de forma implícita un hecho decisivo en 2007, al intentar restar trascendencia, en su libro La última vidente de Fátima, a las palabras pronunciadas por el cardenal Ratzinger en 1984, en las que relacionaba Fátima con los peligros del fin del mundo, del fin de la historia, en atención al mismo Evangelio: «Si no os convertís, todos pereceréis». Y, sin embargo, —objetó De Carli—, en noviembre de 1980 en Fulda, Alemania, Juan Pablo II reprochó el exceso de curiosidad que había acerca del texto no revelado de Sor Lucia. «Debemos estar preparados para las grandes pruebas que se avecinan, que podrán exigir incluso el sacrificio de nuestra propia vida y nuestra entrega total a Cristo y para Cristo. Las pruebas podrán reducirse gracias a vuestra plegaria y a la nuestra, pero no evitarse, porque la verdadera renovación solo puede ocurrir de esta forma. Seamos fuertes y preparémonos, confiando en Cristo y en Su Madre». Son frases que producen escalofríos. «Preparémonos». El Papa estaba preparado para la prueba, la más dolorosa. Bertone respondía a su entrevistador dando a entender, en efecto, que Wojtyla había realizado aquellas inquietantes manifestaciones en Alemania: El cardenal Ratzinger —dijo Bertone— no relacionó necesariamente las palabras del Papa en Fulda con el conocimiento del Tercer Secreto. No presuponían la lectura del texto de Sor Lucia. Era una valoración general de la situación de la Iglesia y de las dificultades de aquel recodo de la historia mundial. Tarcisio Bertone autentificaba así, insistamos, «las palabras del Papa en Fulda». Estamos ahora —dijo entonces Wojtyla— ante la confrontación histórica más grande que la humanidad jamás haya pasado. Estamos ante la contienda final entre la Iglesia y la anti-iglesia, el Evangelio y el anti-evangelio. Esta confrontación descansa dentro de los planes de la Divina Providencia y es un reto que la Iglesia entera tiene que aceptar. Tres años después, el 18 de noviembre de 1980, Juan Pablo IIreveló ya como Papa de la Iglesia la razón por la cual no se difundió el Tercer Secreto de Fátima en su totalidad. Sus declaraciones se produjeron en Fulda, Alemania, durante una rueda de prensa al término de una reunión del Episcopado alemán. Por su contenido impresionante, y para no estimular al poder mundial del comunismo a llevar al extremo ciertas injerencias, mis antecesores prefirieron darle una relación diplomática al secreto. Además, debería bastar a todo cristiano saber que el secreto habla de que océanos inundarán continentes enteros, de que millones de hombres se verán privados de la vida repentinamente, en minutos. Con esto en mente, no es oportuna la publicación del secreto. Muchos quieren saber solo por curiosidad y sensacionalismo, pero olvidan que el saber lleva consigo también la responsabilidad. Ellos pretenden solamente satisfacer su curiosidad, y esto es peligroso. Probablemente ni siquiera reaccionarían, con la excusa de que ya no sirve de nada. Fue entonces cuando Juan Pablo II echó mano de un Rosario —«el arma», como lo denominaba el Padre Pío— y dijo con gesto grave: —¡He aquí el remedio contra ese mal! Rezad, rezad y no pidáis nada más. Dejad todo lo demás en manos de la Madre de Dios. Preguntado a continuación por el futuro de la Iglesia, Juan Pablo II dijo esto mismo: Debemos prepararnos para sufrir, dentro de no mucho tiempo, grandes pruebas que nos exigirán estar dispuestos a perder inclusive la vida y a entregamos totalmente a Cristo y por Cristo. Por vuestra oración y la mía es posible disminuir esta tribulación, pero ya no es posible evitarla, porque solamente así puede ser verdaderamente renovada la Iglesia. ¡Cuántas veces la renovación de la Iglesia se ha efectuado con sangre! Tampoco será diferente esta vez. ¿Eran auténticas estas declaraciones del Sumo Pontífice? No se vislumbra razón alguna por la que la revista habría de inventarse íntegramente una exteriorización pontificia sobre un tema tan delicado y controvertido con el riesgo de ser desmentida. Por otra parte, según la versión oficial, Juan Pablo II no había leído aún el Tercer Secreto cuando realizó estas declaraciones, sino que lo hizo mientras permanecía ingresado en el Policlínico Gemelli, tras el atentado, en concreto en julio de 1981. Pero eso, aunque fuese cierto, tampoco invalida del todo la veracidad de sus declaraciones, puesto que, aun sin haber leído el Tercer Secreto, el Pontífice pudo tener noticias de su contenido por alguno de sus más cercanos conocedores. EL PADRE GOBBI Y FÁTIMA Rescatemos ahora la memoria del sacerdote italiano Stefano Gobbi, fundador del Movimiento Sacerdotal Mariano, fallecido el 29 de junio de 2011 en olor de santidad y amigo del Papa polaco, con quien concelebró la Santa Misa en su capilla privada numerosas veces. Después de haber leído y meditado profundamente acerca de los mensajes que la Santísima Virgen ha hecho llegar al R. P. Stefano Gobbi, considero un privilegio no solamente dar el Imprimatur para la edición de este libro, sino también aprovechar esta oportunidad para recomendar la lectura… Sin más preámbulos, transcribamos ya parte del mensaje de la Virgen que el padre Gobbi dijo haber recibido en Fátima, el 13 de mayo de 1990: […] Mi Tercer Secreto, que Yo revelé a los tres niños a quienes me aparecí y que hasta ahora no os ha sido revelado, será manifestado a todos por el mismo desarrollo de los acontecimientos. La Iglesia conocerá la hora de su mayor apostasía, el hombre de iniquidad se introducirá en el interior de ella y se sentará en el mismo Templo de Dios, mientras el pequeño resto que permanecerá fiel será sometido a las mayores pruebas y persecuciones. Tres años después, el 15 de marzo de 1993, el padre Gobbi recibió al parecer este otro mensaje de la Virgen: […] Mi Iglesia será sacudida por el viento impetuoso de la apostasía y de la incredulidad, mientras aquel que se opone a Cristo entrará en su interior, llevando así a cumplimiento la abominación de la desolación que os ha sido predicha por la Divina Escritura. La humanidad conocerá la hora sangrienta de su castigo: será herida por el flagelo de las epidemias, del hambre y del fuego; mucha sangre será esparcida en vuestras calles; la guerra se extenderá por doquier, llevando al mundo una devastación inconmensurable. El 13 de mayo de ese mismo año, el padre Gobbi escuchó de labios de la Señora: Satanás ha conseguido entrar en la Iglesia, nuevo Israel de Dios. Ha penetrado en ella con el humo del error y del pecado, de la pérdida de la fe y de la apostasía, del compromiso con el mundo y de la búsqueda de placeres […] Vivís los años sangrientos de la batalla porque la gran prueba ya ha llegado para todos. Se está realizando cuanto está contenido en la tercera parte de mi mensaje, que aún no os ha sido revelado, pero que ya se ha vuelto patente por los mismos sucesos que estáis viviendo. El 11 de marzo de 1995, de nuevo en Fátima, el mensaje fue el siguiente: […] Mi secreto concierne a la humanidad. La humanidad llegará al culmen de la corrupción y la impiedad, de la rebelión contra Dios y de la abierta oposición a su ley de amor. Ella conocerá la hora de su mayor castigo que ya os predijo el profeta Zacarías (Zc. 13, 7-9). ¿Y qué dice exactamente Zacarías en ese pasaje concreto? Esto mismo: ¡Despierta, espada, contra mi pastor, y contra el hombre de mi compañía!, oráculo de Yahvéh Sebaot. ¡Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas, y tornaré mi mano contra los pequeños! Y sucederá en toda esta tierra —oráculo de Yahvéh— que dos tercios serán en ella exterminados, y el otro tercio quedará en ella. Yo meteré en el fuego este tercio: los purgaré como se purga la plata y los probaré como se prueba el oro. Invocará él mi nombre y yo le atenderé; diré: «¡Él, mi pueblo!» y él dirá: «¡Yahvéh, mi Dios!». |
8 Se hizo un claustral silencio al otro lado del teléfono, tras el cual monseñor Capovilla prorrumpió: «¡Precisamente!». DISTINTOS DEL TERCER SECRETO LA CONVERSACIÓN Sigamos ahora al perspicaz Antonio Socci en sus pesquisas. El autor del polémico y a la vez documentado libro El Cuarto Secreto de Fátima contactó en julio de 2006 con Solideo Paolini, intelectual católico y gran investigador de las apariciones de Fátima. Usted escríbame las preguntas y así yo puedo responderle, yendo a hurgar entre mis papeles —si los sigo teniendo, porque lo he donado todo al museo— y le mando algo, acaso una frase… Usted escriba. Y a Paolini, claro está, fascinado por el misterio de Fátima, le faltó tiempo para hacerlo. El 18 de julio recibió en su domicilio la respuesta del prelado. A su pregunta sobre la posible existencia de una parte inédita del Tercer Secreto, Capovilla consignaba un escueto: «Nada sé». Me dejó muy sorprendido —escribe—. En efecto, si el misterioso texto jamás desvelado fuera un bulo, el prelado, uno de los pocos que conoce el Secreto, habría podido y debido contestarme que es una idea completamente desprovista de fundamento y que todo había sido ya revelado en el año 2000. Por el contrario, responde: «Nada sé». Una expresión que me imagino pretendía evocar irónicamente una cierta ley del silencio… Pero la respuesta de Capovilla iba más allá de ese «nada sé». Contenía una nota autógrafa en apariencia insulsa. Fechada el 14 de julio, decía así: Con mis más cordiales saludos al Sr. Solideo Paolini. Adjunto algunos papeles de mi archivo. Le aconsejo también que se haga con un ejemplar de El Mensaje de Fátima, obra publicada por la Congregación para la Doctrina de la Fe, Ediciones Ciudad del Vaticano, año 2000. Solideo Paolini no dio crédito al principio a lo que acababa de leer. No es que estuviese herido en su amor propio, ¿pero acaso un experto en Fátima como él podía desconocer ese crucial documento, como para que tuvieran que recordárselo de esa manera? Aunque, pensándolo dos veces, concluyó que a lo mejor «la frase» a la que aludía Capovilla podía encontrarla si cotejaba los documentos remitidos por el prelado con algún dato que le hubiese pasado inadvertido durante la lectura de El Mensaje de Fátima. EL ESCRITORIO «BARBARIGO» Loris Capovilla acababa de confirmar que había dos fechas distintas, por la sencilla razón de que el Papa Pablo VI leyó dos documentos también diferentes; es decir, dos partes del mismo Tercer Secreto de Fátima. Jueves, 27 de junio de 1963, estoy de servicio de Antecámara en el Vaticano [la oficina exterior donde el Papa recibía a algunas personas]. Pablo VI, esa mañana temprano, recibe, entre otros, al cardenal Fernando Cento (que fue Nuncio en Portugal) y poco después al Obispo de Leiria, monseñor João Pereira Venancio. Al despedirse, el obispo solicita «una especial bendición para Sor Lucia». Tenemos así la confirmación documental de que la parte no revelada del Tercer Secreto se hallaba, en palabras de Loris Capovilla, «en el cajón de la derecha del escritorio conocido como Barbarigo, en el dormitorio». A diferencia de la parte sí revelada en el año 2000, la cual, como también sabemos, se custodiaba en el Santo Oficio. El texto [del Tercer Secreto revelado], en definitiva, no llegó a los departamentos del Papa ni a la Secretaría del Estado. Luego es fácil inferir de sus palabras que el documento al que se refiere Bertone, de «cuatro páginas escritas por sor Lucia», es otro distinto del que menciona Capovilla. El primer documento no existe. En el Archivo del Santo Oficio nunca ha existido […] Las palabras del cardenal Ottaviani no sé a qué se refieren. La primera afirmación de Bertone es cierta: ¡claro que el texto escrito en una sola hoja de papel jamás estuvo en el Santo Oficio, por la sencilla razón de que se guardaba en los aposentos papales como ahora ya sabemos! Lo cual confirma que Bertone se refiere a un documento de cuatro páginas dado a conocer en el año 2000, mientras que Capovilla y otras personas que también leyeron el Tercer Secreto dan fe de la existencia de otro documento redactado en una sola página, que correspondería a la parte no revelada aún por el Vaticano. Es decir, que existirían así dos documentos distintos del mismo Tercer Secreto de Fátima. Más claro, agua. Todo eso —asevera Bertone a De Carli— son desvaríos. Perdone, ¿quiere que la profecía de Fátima verse sobre la apostasía de la Iglesia de Roma? ¿Roma, la sede del Anticristo? […] Es la típica invención de la antigua masonería para desacreditar a la Iglesia. Me asombra que escritores y periodistas que se declaran católicos se presten a este juego. Prosigamos ahora con Loris Capovilla: si lo que sostiene él en sus propias notas reservadas es cierto, Juan XXIII debió de retirar el Tercer Secreto de la caja fuerte de madera donde lo había depositado su antecesor Pío XII para no tenerlo a la vista, porque tanto le incomodaba, prefiriendo esconderlo así en el interior de un oscuro cajón. De esta forma, optó por guardarlo finalmente «en el cajón de la derecha» del mencionado escritorio. Interesantes las conversaciones con el C.S.S. [Cardenal Secretario de Estado] en preparación para el Consistorio y con el joven Obispo de Leiria —el Obispo de Fátima— Mons. J. Pererira Venancio. Hablamos ampliamente de la vidente de Fátima, ahora buena religiosa en Coimbra. El S. O. [Santo Oficio] tratará de todo para un buen fin. Pero el asunto, por desgracia, quedó oculto hasta hoy en el pasadizo secreto de la historia de Fátima. EL ATROPELLO Curiosamente, diez meses después de su conversación con Solideo Paolini, algunos medios de comunicación se hicieron eco de una entrevista con monseñor Loris Capovilla, en la cual el prelado aseguraba que las cuatro páginas dadas a conocer por el Vaticano en el año 2000 no eran distintas de las que él mismo vio en 1959, cuando leyó el Tercer Secreto en compañía de Juan XXIII y del cardenal Ottaviani, entre otros altos mandatarios de la Iglesia. Pero eso no significaba en modo alguno, como se intentó hacer creer a la opinión pública, la peor de las opiniones, que Capovilla negase su declaración efectuada a Paolini, según la cual la revelación del Tercer Secreto de Fátima había sido incompleta por la sencilla razón de que aún faltaba una hoja por conocer. Una cosa seguía siendo así el llamado «legajo Bertone», y otra muy distinta el «legajo Capovilla». Parecía como si el Vaticano le hubiese pedido un informe completo sobre sus declaraciones; como si le hubieran indicado: «¿Qué es lo que le dijiste [a Paolini] exactamente y por qué…?». De modo que no le sorprendió que en la presentación del libro de Bertone, a la que acudió acompañado de su colega Antonio Socci, se proyectase un vídeo con un presunto desmentido de Loris Capovilla. La entrevista filmada había sido dirigida, curiosamente, por el periodista Giuseppe Carli, coautor junto con Bertone de La última vidente de Fátima, el libro-respuesta a El Cuarto Secreto de Fátima, de Antonio Socci. Jamás se me ocurrió que podría haber un cuarto secreto. Nunca me han contado eso; tampoco he dicho yo nada por el estilo. Pero el término acuñado por Antonio Socci para titular su libro El Cuarto Secreto de Fátima no era más que un recurso periodístico para referirse a la parte no revelada del Tercer Secreto. De modo que Capovilla no mentía ni desmentía al asegurar en aquella entrevista que no existía el «cuarto secreto», sino que decía la pura verdad. Con mucha educación, Socci pidió permiso para hacer una sola pregunta al cardenal, a la cual el prelado podía responder con un simple sí o no. La pregunta habría sido la siguiente: «Eminencia, ¿está dispuesto a jurar ante los Santos Evangelios que no sigue nada después de aquella frase conocida de la Virgen que forma parte de la versión del Tercer Secreto de Fátima, publicada por el Vaticano en el año 2000 («En Portugal se conservará siempre el dogma de la fe, etcétera»)? Entonces Socci y Paolini se dirigieron a la entrada del Aula Magna de la Universidad, en espera de poder hablar con el cardenal Bertone, quien, nada más reconocer al autor de El Cuarto Secreto de Fátima, se desvaneció como un espectro por una puerta lateral. Es una locura —declaró luego Socci a Il Corriere della Sera—; solo quería hacerle a Bertone una pregunta breve, a la cual podía responder sí o no. Pero cuando el cardenal Bertone supo que yo estaba allí, salió por una puerta de servicio y entró directamente al Aula Magna. Como consecuencia de esta curiosa táctica, todos los presentes se rieron [de Bertone]. Después, tres guardaespaldas vaticanos me echaron del local alegando que no podía entrevistarme allí. Una situación ridícula que indignó a todos mis compañeros que estaban presentes y a mí también me asombró, puesto que soy un enérgico defensor del Vaticano. Solideo Paolini, según informa el Centro de Fátima, tampoco se libró de los guardias vaticanos, que llegaron a arrebatarle el teléfono móvil, hiriéndole en la mano. Para los periodistas presentes allí, Socci nos pasó una grabación en la cual Capovilla había dicho, el 21 de junio de 2007: «Hay algo además de estas cuatro páginas, sí, un anexo». Estas palabras respaldarían la teoría de la existencia de otra hoja con la interpretación del Secreto. Entre tanto, las reacciones de los llamados «fatimistas» ante los sucesos registrados durante la presentación del libro de Bertone, no se hicieron esperar. Parece —observó Vennari— que en el evento que tuvo lugar el 21 de septiembre [de 2007] en la Urbaniana, Bertone quiso aprovecharse del gran poder y prestigio del Vaticano para declarar de una vez que el Secreto había sido revelado en su totalidad. La evasión de Bertone frente a Socci y Paolini, su negativa a contestar preguntas, el trato brutal a estos dos periodistas por parte de los agentes de seguridad vaticanos, todo eso solo aumenta la convicción de que Bertone tiene algo de ocultar con respeto a la revelación completa del Tercer Secreto. Por su parte, Coralie Graham, editora de The Fatima Crusader, tampoco se mordió la lengua: No es la primera vez que suceden este tipo de incidentes. Parece que están dispuestos a valerse de la fuerza bruta para acallar a los mensajeros. Antonio Socci recibe ahora el mismo trato que el padre Gruner, al ser denigrado por los funcionarios vaticanos y sufrir violencia a manos de los mismos. ¿Por qué tienen miedo…? Graham recordó que en 1992, el padre Nicholas Gruner, director del Centro de Fátima, fue víctima de un desagradable altercado en el Santuario portugués a manos de agentes del propio lugar sagrado. ¿Su delito? Limitarse a formular algunas preguntas inconvenientes al rector del Santuario, relacionadas con el Tercer Secreto y la consagración de Rusia. PAOLINI CONTRAATACA… Diez meses de llamativo silencio eran demasiados para un asunto de tanto calado como el Tercer Secreto de Fátima, que desde el primer momento corrió como la pólvora por todas las instancias vaticanas. Algunos medios de comunicación (no muchos aquí en Italia) —manifestaba Paolini— transmitieron las noticias de una entrevista de Su Excelencia Loris Francesco Capovilla, arzobispo y secretario personal de Juan XXIII, durante la cual sostienen que negó la existencia del «Cuarto Secreto» de Fátima. Habiendo tratado el asunto muchas veces con el Arzobispo Capovilla y publicado la información que él me dio (pues en ese momento me había concedido su permiso expreso para hacerlo), quiero señalar lo siguiente: … Y SOCCI TAMBIÉN Antonio Socci tampoco se quedó de brazos cruzados ante el libro del cardenal Bertone, que intentaba desprestigiarle ante los ojos de medio mundo. LOS SILENCIOS DE BERTONE Es evidente —agrega Antonio Socci en su artículo— que el «Cuarto Secreto» de Fátima (es decir, la parte escondida del Tercero) existe y en mi libro pienso que lo he demostrado. No solo hay la revelación clamorosa de un testigo excepcional, monseñor Loris Capovilla, secretario de Juan XXIII (que estaba presente en la apertura del «Tercer Secreto»), sobre cuyas palabras, recogidas por Solideo Paolini, increíblemente el cardenal Bertone, en su libro, no dice nada. UNA HOJA EN FORMA DE CARTA Incidamos ahora de nuevo en otra cuestión no menos baladí, como es la constancia de que la parte no revelada del Tercer Secreto fue escrita en una sola hoja de papel, en lugar de las cuatro publicadas por la Santa Sede en el año 2000. LA REVELACIÓN DE DOLLINGER Todavía en mayo de 2012 seguía existiendo un evidente interés en desacreditar las declaraciones efectuadas seis años atrás por Loris Capovilla a Solideo Paolini, recurriendo al tan manido como nulo argumento de que el texto leído en 1959 coincidía con el revelado por el Vaticano en el año 2000. Muchos de los escépticos en cuanto al contenido del Tercer Secreto se han remitido a unas supuestas declaraciones del secretario personal de Juan XXIII, el arzobispo Loris Capovilla, quien en 2006 le habría dicho a un periodista italiano que había partes [una sola] del Tercer Secreto que no habían sido publicadas. ¿Qué pretendía decir el periodista con «partes sustanciales»? ¿Acaso había otra parte que, sin ser tan sustancial, no había sido revelada todavía…? No mucho tiempo después de la publicación del Tercer Secreto de Fátima —escribía Hickson—, en junio de 2000, por la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Joseph Ratzinger le aseguró al padre Dollinger durante una conversación personal ¡que todavía hay una parte del Tercer Secreto que no se ha publicado! «Hay más de lo que hemos publicado», manifestó Ratzinger. Advirtamos, antes de proseguir, que la credibilidad del padre Dollinger estaba fuera de toda duda. Ordenado sacerdote en 1954, fue secretario durante muchos años del Obispo de Augsburgo, Josef Stimpfle. Participó también en los debates de la Conferencia Episcopal alemana sobre la masonería, celebrados en la década de los años setenta, tras los cuales se declaró que aquella secta era incompatible con la fe católica. Algunos artículos publicados recientemente —señalaba la Oficina de Prensa del Vaticano— [en alusión al de Maike Hickson, reproducido en otros medios] atribuyen al profesor Ingo Dollinger declaraciones según las cuales el cardenal Joseph Ratzinger, después de la publicación, en junio del año 2000, del Tercer Secreto de Fátima, le habría confiado que dicha publicación no era completa. ¿Por qué incomodaba tanto a ciertos jerarcas de la Iglesia, llegando incluso a enfurecerles, la sola mención del «pliego Capovilla»…? |
9 ¿Sabes, Gabriele? Es Satanás quien se ha introducido en el seno de la Iglesia y dentro de no mucho tiempo llegará a gobernar una falsa Iglesia. Aquella frase lapidaria, pronunciada por monseñor Pierino Galeone durante nuestra conversación en su residencia de Tarento, en mayo de 2010, quedó registrada ya desde entonces en el disco duro de mi cerebro: LA MUJER ADÚLTERA Lea Padovani era una mujer adúltera, enamorada de un hombre casado muy enfermo, a quien le quedaban ya escasos meses de vida. CAMISA BLANCA PERO ALMA SUCIA La popular actriz no constituía una excepción. Se calcula que el Padre Pío confesó a más de 500.000 personas a lo largo de su vida, dado que pasaba hasta dieciocho horas diarias en el confesonario. ZEFFIRELLI Y LAS CHICAS MILANESAS El célebre director de cine Franco Zeffirelli tampoco se libró de vivir una experiencia sobrenatural con el Padre Pío. Sucedió en 1941, cuando Zeffirelli, entre cuyos filmes sobresaldrían los de Jesús de Nazaret, Romeo y Julieta y Hermano Sol, Hermana Luna, contaba tan solo dieciocho años. Estábamos arrodillados para recibir la Comunión, apoyados en una barandilla, cuando llegó el Padre Pío. Su aspecto era, incluso para mí, familiarizado ya entonces con el mundo del espectáculo, el de una criatura excepcional. Se movía muy rápidamente, de forma brusca, práctica, directa. Yo le seguía con mucha atención mientras él repartía la Comunión… Y de repente, cuando llegó a la altura de la joven que permanecía arrodillada junto a Zeffirelli, el Padre Pío le negó la Comunión. Pasó delante de ella, como si tal cosa, y se la dio en cambio al futuro director de cine. «ME PARECÍA TENER ALAS» El caso de Federico Abresch nos ilustra todavía más, si cabe, en la increíble capacidad del Padre Pío para penetrar en el santuario más íntimo de cada persona con el fin de curarla espiritual y corporalmente; y al mismo tiempo nos afianza en su don de conocer lo que ningún otro ser humano está en condiciones ni siquiera de vislumbrar. El primer contacto con el Padre Pío me dejó frío. Me habló secamente y con brevedad; sin el cariño que yo esperaba de él tras un viaje tan largo y penoso. Pese a todo, decidí confesarme. El penitente permaneció un rato en la sacristía, consternado y meditabundo, mientras las palabras del confesor resonaban en su conciencia: «Recuerde su última confesión bien hecha…». Mi cabeza era una partida de ajedrez cuando el Padre Pío volvió a la sacristía: «Conque… ¿desde cuándo?» —inquirió. A Federico Abresch le faltó tiempo para llevar a su esposa enferma a San Giovanni Rotondo. Una vez allí, la señora Abresch mantuvo el siguiente diálogo con el Padre Pío: Regresé a Bolonia llena de alegría y esperanza. Desde aquel día, en efecto, cesaron mis hemorragias y desaparecieron para siempre todos los demás síntomas de mi enfermedad. Cuando, al cabo de dos años, mi marido visitó de nuevo al Padre Pío, éste vaticinó que tendríamos un niño. Cuál fue mi sorpresa al recibir este telegrama de San Giovanni Rotondo, que conservo en mi poder: «Felice più che mai, prepara corredo bimbo!» [«¡Nunca fuiste más feliz, prepara la canastilla!»]. Un año después, efectivamente, tuve un bebé. Fue un parto sin dolor pese a los pronósticos de los médicos, cuyo consejo abandoné bastante antes de mi embarazo. Tanto mi marido como yo, somos ahora felices, inmensamente felices. Más tarde, el propio Federico Abresch proclamó entusiasmado a Maria Winowska, en San Giovanni Rotondo: «¡Ese niño es hoy sacerdote!… ¡El Padre Pío lo había vaticinado!». AGENTE INMOBILIARIO Claro que, otras veces, el conocimiento del Padre Pío iba más allá de lo estrictamente intangible, como le sucedió a una señora perteneciente a una familia acaudalada de Cerignola, en la provincia de Foggia. La mujer decidió permanecer soltera, entregada por completo a Dios, y con el Padre Pío como director de su alma. Todo un lujo… espiritual. LA PÉRDIDA DE LA FE Pero no era oro todo lo que relucía… LA MASONERÍA EN LA IGLESIA —¿El poder de la masonería es cada vez más influyente allí? —interrogo al exorcista—. Antes recordábamos cómo el Padre Pío, ya en 1913, denunciaba la existencia de esa terrible carcoma en las mismas entrañas de la Iglesia… EL DEMONIO NO SE TOMA VACACIONES —No hay duda de que Satanás —comento a don Gabriele— es el mayor habilidoso en hacer parecer bueno lo malo, y viceversa. Por cierto, ¿son los casos de pederastia en la Iglesia obra también del diablo? |
10 Pero había una diferencia con un verdadero Santo Padre, la mirada de demonio, este tenía los ojos del mal. En agosto de 2016, recibí un mensaje anónimo en la «carpeta spam» del correo electrónico de mi página web. Ignoro por qué razón, salvo la estrictamente providencial, decidí perdonarle la vida en lugar de triturarlo —tecnológicamente hablando, se entiende—, como suelo hacer con todos aquellos mensajes cuyos remitentes eluden dar la cara. EL TEXTO ORIGINAL Dice literalmente así, primero en portugués: JMJ Tuy, 1/4/1944 Me faltó tiempo, como es natural, para recabar los impagables servicios de un traductor nativo que ya me había ayudado durante la composición de otros trabajos míos anteriores. Le insistí para que tradujese, palabra por palabra y con la mayor exactitud posible, el contenido del misterioso documento. LA TRADUCCIÓN He aquí, ahora, la transcripción tal y como él me la envió: JMJ Tuy, 1/4/1944 Además de sentir mi garganta anudada por completo, tras verificar el terrible contenido que ya barruntaba, me asaltaron multitud de interrogantes: ¿Realmente acababa de leer el Tercer Secreto de Fátima o se trataba de una burda falsificación? ¿Pretendía acaso alguien desconocido tenderme una trampa diabólica, asestando un duro golpe a mi prestigio profesional para impedir que prosiguiese con la misión de dar a conocer al Padre Pío por cada rincón de España? ¿No había revelado ya el Vaticano, en el año 2000, el Tercer Secreto de Fátima? ¿Qué pintaba entonces aquel enigmático documento en el correo electrónico de mi página web?… EL INFORME CALIGRÁFICO Antes de nada, me propuse confirmar si aquel texto era apócrifo o si, por el contrario, había sido redactado por la misma mano de Lucia de Fátima. Debo reconocer que no fue tarea fácil contratar los servicios de un perito calígrafo que estuviese dispuesto a confirmar que la letra del documento era o no en verdad la de la religiosa, para lo cual se requería analizarla en comparación con algún escrito reconocido suyo; ni mucho menos fue sencillo que el profesional en cuestión aceptase que su informe, con independencia del resultado, se publicase en un libro de gran difusión con su nombre y apellidos. En primer lugar —advierte Begoña Slocker—, se han examinado todos los documentos que figuran a continuación, en las páginas de las ilustraciones, con lupas normales de 5-15X, a fin de determinar la conformación de sus rasgos, puntos de ataque (rasgo inicial) y puntos de escape (rasgo final), uniones, recorrido, etc., contenidos en los escritos, cuyo seguimiento y examen panorámico se logra mejor con estas lupas sencillas de poco aumento. La perito recurrió a continuación a realizar ampliaciones de los documentos por medio de un escáner Canon con objeto de efectuar cotejos y poder identificar la autoría. Mediante el negatoscopio [dispositivo que permite observar los documentos a través de un sistema de iluminación por transparencia del negativo colocado ante un vidrio esmerilado] —agrega Slocker— se han seguido los trazos, uniones y cierres, que son las partes que van a mostrar con bastante seguridad la mano autora, pues se examina cada trazo, rasgo, unión y oscilación, al mismo tiempo en los originales indubitados y también en las letras o rasgos que ofrecen dudas y gracias a ello se aportan datos importantes en el informe. Pero, al margen de tecnicismos, la mayoría de ellos incomprensibles para el profano en la materia, lo que nos interesa de verdad es la conclusión a la que llega Begoña Slocker en su informe fechado el 8 de diciembre de 2016, festividad de la Inmaculada Concepción de María. A la vista de los hallazgos anteriormente expuestos —asevera ella—, se puede determinar que, tras un análisis exhaustivo, existen elementos cualitativos y cuantitativos de que: Aun así, en prueba de su honestidad y rigor profesionales, Begoña Slocker, directora del reputado Centro Grafológico Slocker, hace constar lo siguiente: Este dictamen se ha efectuado con la mayor objetividad posible, tomando en consideración tanto lo que pueda favorecer como lo que sea susceptible de causar perjuicio a cualquiera de las partes y conozco las sanciones penales en las que podría incurrir si incumpliese mi deber como perito. ¿Se puede asegurar esto mismo, en un documento público, sin estar persuadido por completo de la veracidad de una conclusión que afecta a un asunto de tanta enjundia? UNA EPÍSTOLA DE 24 LÍNEAS Una vez traducido el documento y verificada su autenticidad por la perito calígrafo, me dispuse a poner negro sobre blanco la estructura y el significado de aquel texto en apariencia tan confuso. Recabé para esta nueva y difícil misión la ayuda de dos significados teólogos, cuya identidad, por petición expresa de ambos, mantengo ahora en el más estricto anonimato por razones de discreción que el lector comprenderá fácilmente. Nuestra Señora —escribe— nos mostró un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra… Compare ahora el lector la frase con esta otra: Nuestra Señora nos mostró una visión de un individuo que yo describo como el «Santo Padre», ante una multitud que estaba alabándolo. Se repite, una vez más, «Nuestra Señora nos mostró». «LA TERCERA CAMPANADA» Me resisto a pasar por alto en este momento oportuno la carta profética que San Josemaría Escrivá de Balaguerdirigió a los miembros del Opus Dei el 14 de febrero de 1974, un año antes de su muerte en Roma, la cual está en clara sintonía con lo que acabo de señalar. ROSARIO DE PROFECÍAS ¡Qué proféticas palabras del fundador del Opus Dei, como las del Padre Pío y las de tantos otros grandes santos de la Iglesia! Rezad mucho por el Papa, los Obispos y los sacerdotes… La oración, penitencia y sacrificio valientes pueden suavizar la cólera del Padre. El Papa León XIII, en su exorcismo, no pudo ser más claro tampoco: Donde fueron establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las naciones, ellos han erigido el trono de la dominación de la impiedad, de suerte que, golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Por no hablar de la profecía de la monja canonesa agustina Ana Catalina Emmerick, beatificada por Juan Pablo II en octubre de 2004, y recogida por su amanuense Clemente Brentano, que tanto recuerda a la visión que supuestamente nos proporciona ahora Lucia en la tercera parte del Secreto no revelado: Este Papa se esconderá y la gente no sabrá dónde está. Surgirá una Iglesia falsa y perversa. Aparecerá el Anticristo y perseguirá a los católicos; también desaparecerá la presencia eucarística de la Iglesia. La tierra quedará desolada y en ruinas. Habrá luchas y batallas por doquier. Sin embargo, doce nuevos apóstoles obrarán el bien. Finalmente, la Virgen y los suyos vencerán. Aparecerán un nuevo Papa y la Nueva Jerusalén. La monja estigmatizada alemana aludía así a la «Iglesia de la oscuridad», edificada por los destructores de la Doctrina de Cristo «para el bien de todos», cuyo «peligro está en su inocencia aparente», sin que el pueblo fiel pueda por tanto reparar en ello para que muchos cristianos sean engañados e inducidos al error. Vi todo lo que respecta al protestantismo tomar cada vez más poder, y la religión [católica] caer en decadencia completa… Había en Roma, incluso entre los prelados, muchas personas de sentimientos poco católicos que trabajaban para el éxito de este asunto [la fusión de las iglesias]. Otra de las grandes profecías es, sin duda, la de San Francisco de Asís, quien, poco antes de morir, reunió a sus discípulos para advertirles de los problemas venideros con estas tremendas palabras: Sean fuertes, mis hermanos, tomen fuerza y crean en el Señor. Se acerca el tiempo en el que habrá grandes pruebas y tribulaciones; abundarán perplejidades y disensiones, tanto espirituales como temporales; la caridad de muchos se enfriará, y la malicia de los impíos se incrementará. EL COTEJO Compare ahora el lector esta profecía de San Francisco y las restantes con la presunta parte no revelada del Tercer Secreto: Nuestra Señora nos mostró una visión de un individuo que yo describo como el «Santo Padre», ante una multitud que estaba alabándolo. Pero había una diferencia con un verdadero Santo Padre, la mirada de demonio, este tenía los ojos del mal. Entonces, después de algunos momentos, vimos al mismo Papa entrando en una Iglesia, pero esta Iglesia era la Iglesia del infierno, no hay modo de describir la fealdad de ese lugar, parecía como una fortaleza hecha de cemento gris, con los ángulos rotos y las ventanas parecidas a ojos, tenía un pico en el tejado del edificio. Prestemos atención, acto seguido, a otras supuestas palabras de Lucia: «¡Esta parte es la apostasía en la Iglesia!». La impiedad está sobre un trono; vuestro santuario es profanado, y la abominación entró hasta en el lugar santo. Y entre tanto, San Pío X ya había aludido a esa misma apostasía que devora las entrañas de la Iglesia: Ante este funesto ataque que ahora por todo el mundo se promueve y se fomenta contra Dios; puesto que verdaderamente contra su Autor se han amotinado las gentes y traman las naciones planes vanos; parece que de todas partes se eleva la voz de quienes atacan a Dios: «Apártate de nosotros». Por eso, en la mayoría se ha extinguido el temor al Dios Eterno y no se tiene en cuenta la ley de su poder supremo en las costumbres ni en público, ni en privado: aún más, se lucha con denodado esfuerzo y con todo tipo de maquinaciones para arrancar de raíz el mismo recuerdo y noción de Dios. EL PAPA Y EL DOGMA DE LA FE Antonio Socci se hace eco del testimonio del jesuita austríaco Joseph Schweigl, profesor en la Universidad Gregoriana y en el Russicum, encargado por Pío XII de interrogar en su día a Lucia sobre el Tercer Secreto. No puedo revelar nada de cuanto averigüé en Fátima sobre el Tercer Secreto, pero sí puedo decir que contiene dos partes: una concerniente al Papa. La otra en buena lógica, aunque no pueda decir nada, debería ser la continuación de las palabras: «En Portugal se conservará siempre el dogma de la fe» […]. A propósito de la parte que afecta al Papa, le pregunté [el testigo al jesuita]: «¿El Papa actual o el próximo?». A esta pregunta, el padre Schweigl nada contestó. Atención al testimonio indirecto de Schweigl, porque es muy significativo. Nos recuerda las palabras recogidas por Lucia en su Cuarta Memoria, tal y como subrayaba el padre Joaquín María Alonso. Recordemos ahora sus manifestaciones: Todos los autores —advertía este gran experto en Fátima— se han dado cuenta de que Lucia, en la Cuarta Memoria, ha introducido el célebre párrafo: «En Portugal se conservarán siempre los dogmas de la fe, etc…». Y han aducido con toda certeza que la tercera cosa [el Tercer Secreto] comenzaba ahí precisamente: esas palabras inician ya la revelación de la tercera parte del Secreto. Esa frase insinúa con toda claridad un estadio crítico de la fe, en el que otras naciones sufrirán en ella, es decir, una crisis de fe; mientras que Portugal salvará su fe. Por eso Lucia, en sus enormes dificultades para escribir ese «resto», se quejaba diciendo que no era necesario, porque ya lo había dicho con claridad ahí. Pero, como advierte César Uribarri, la lógica del padre Alonso y de otros grandes estudiosos de Fátima se vio defraudada tras la publicación del Tercer Secreto en el año 2000: Era evidente —anota Uribarri— que ni la conservación de los dogmas de la fe en Portugal —ni la presumible crisis de la fe en otros lugares— tenían parangón visual alguno en la tercera parte del Secreto […] Faltaba algo que diera unidad al añadido, que lo hiciera coherente con lo que le precedía y con lo que debiera continuarlo. La acreditada perspicacia del padre Alonso se vio plasmada así una vez más en esta otra reflexión suya: Si en Portugal se conservaran siempre los dogmas de la fe… se deduce con toda claridad que en otras partes de la Iglesia esos dogmas, o se van a oscurecer, o hasta se van a perder […] Sería pues del todo probable que en ese período «intermedio» a que nos estamos refiriendo, el texto haga referencias concretas a la crisis de fe de la Iglesia y a la negligencia de los mismos Pastores. Y no solo el padre Alonso; también Frère Michel advirtió en su día, antes de que la Santa Sede publicase su Tercer Secreto, que la misteriosa frase escrita por Lucia sugería con claridad la apostasía general del pueblo cristiano fomentada desde el mismo vértice eclesial. LA PIEDRA ANGULAR Pero, dejando a un lado las cábalas, Antonio Socci advierte con razón: Para conocer la interpretación correcta habría que leer precisamente la otra parte del Tercer Secreto, esa en la que la visión es explicada por la propia Virgen. Y que es el texto a causa del cual Lucia se sentía aterrorizada, el texto que se puso bajo secreto y del que, mejor dicho, se ha negado incluso su propia existencia. ¿Qué es lo que lo hace tan espantoso y explosivo? Si leemos ahora, en efecto, el supuesto texto no revelado estamos en condiciones de afirmar que no se trataría de una apostasía general de los católicos, como sospechaba el padre Alonso, ni tan siquiera de que Portugal entera conservará el dogma de la fe. De hecho, el aborto fue legalizado en este país mediante un referéndum celebrado el 10 de abril de 2007. La clave sería, hablando con la prudencia debida por tratarse de una interpretación sujeta a otras posibles, la pérdida por parte de Roma de su piedra angular, entendida en este caso como la autoridad papal, como consecuencia de no haber guardado el dogma de la fe. ¿Y cuál es el dogma de la fe? Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les respondió: El dogma de la fe es así la creencia firme e irrenunciable en que Cristo, y solo Cristo, es la piedra angular de la Iglesia. Si se pierde la fe en Aquel en cuyo nombre solo puede alcanzarse la salvación, entonces se incurre en la apostasía que conlleva la condenación eterna. Eso es precisamente lo que trataría de advertir la presunta tercera parte del secreto no revelada todavía. Por lo que dice la Escritura: No resulta extraño por eso que Lucia consignase al final de la única hoja la conclusión que supuestamente la Virgen le inspiró: Nuestra Señora nos dijo que esto [el Tercer Secreto] está escrito, Daniel 9, 24-25 y Mateo 21, 42-44. Veamos primero qué narra Mateo Evangelista en ese pasaje concreto: Veamos primero qué narra Mateo Evangelista en ese pasaje concreto: Jesús les dijo: ¿Comprende ahora el lector por qué al dejar de apoyarse por la fe en la piedra angular, que es el mismo Cristo, se le rechaza incurriendo en el terrible pecado de apostasía? De este modo, según nos dice Mateo, la piedra angular «despedazará y aplastará» al que no crea ya en ella, porque no existe otro nombre por el que alguien pueda salvarse sino el de Jesucristo. LA PROFECÍA DE DANIEL ¿Y cuándo sucedería esto? La Virgen nos remite entonces, en el texto autentificado por Begoña Slocker, al pasaje exacto donde el profeta Daniel consigna esto mismo: Setenta semanas están fijadas Como vemos, Daniel nos habla de seis cosas que el Mesías haría al cumplirse las 70 semanas anunciadas por el profeta: 1. Terminar la prevaricación. Al concluir su ministerio, Jesucristo había cumplido al menos una parte de las tres primeras profecías. Por medio de su sacrificio, Cristo se convirtió en la expiación de nuestra iniquidad, hizo posible el perdón de los pecados y nos reconcilió con Dios (Colosenses 1, 19-20). Y eventualmente, cuando regrese a la tierra, cumplirá estas y las tres profecías siguientes en su totalidad. Si 69 semanas después de que esta orden sea anunciada, Roma continúa su abominación, la ciudad será destruida. Tratemos de explicar antes, de la forma más sencilla y escueta posible, la compleja profecía de Daniel. Mientras el profeta suplicaba a Dios que cumpliera las promesas de misericordia que había hecho a través de Jeremías, recibió un gran regalo del Cielo: la visión del arcángel Gabriel, quien le explicó cómo debían interpretarse los setenta años de desolación anunciados por Jeremías. POSIBLES OBJECIONES Sin pretender convertir este capítulo en un tratado de teología ni mucho menos, sí es conveniente poner de manifiesto la existencia de algunas objeciones a la autenticidad del texto no revelado. La guerra pronto terminará [Primera Guerra Mundial]. Pero si no dejaren de ofender a Dios, en el pontificado de Pío XI comenzará otra peor. Observemos que en 1917, cuando se produjo esta revelación mariana, reinaba el Papa Benedicto XV, y no Pío XI. ¿Acaso el mejor de los falsificadores hubiese sido capaz de predecir el futuro Papa, como lo hizo la Virgen? Es obvio que la mención expresa de Juan Pablo II en la parte no revelada, más que un impedimento para su autenticidad, constituye una garantía de la misma. LA TUMBA DE PEDRO La presunta carta de Lucia encierra otro componente profético, al afirmarse que «la piedra angular de la tumba de Pedro debe ser removida y trasladada a Fátima». He escrito lo que me ha pedido. Dios ha querido ponerme un poco a prueba, pero al fin y al cabo esa era su voluntad. [El texto] está en un sobre lacrado y ese sobre está en los cuadernos. ¿Por qué aguardó ella entonces seis días completos para comunicarle al Obispo que ya había concluido su petición? EL «DESMAYO» DE JUAN XXIII En cualquier caso, resulta oportuno traer a colación también las explosivas declaraciones del exjesuita irlandés Malachi Martin, antiguo profesor del Pontificio Instituto Bíblico y colaborador del cardenal Agustín Bea, hombre influyente en el Concilio Vaticano II. Podría suponer una gran conmoción —advirtió—… Podría afectar a las personas de distintas maneras. No faltarían quienes, si llegaran a saber que es de verdad el Tercer Secreto de Fátima, se enfadarían muchísimo. Ante el desconcierto del periodista y de la audiencia, y en respuesta a si debería ser revelado, Malachi Martin se explayó así: Yo no puedo hacerlo, no puedo. Quisiera poder hacerlo porque algo así, según lo que podemos humanamente prever, supondría una sacudida, asustaría a las personas, llenaría los confesionarios los sábados por la noche, llenaría las catedrales, las basílicas y las iglesias de creyentes que se arrodillan, golpeándose el pecho. Obviamente, si el Tercer Secreto consistiese en una profecía del pasado, en concreto sobre el atentado fallido contra Juan Pablo II en 1981, tal y como afirmó en su día el Vaticano, carecerían de sentido las declaraciones apocalípticas de Malachi Martin, quien destacó también que no era la Iglesia la que ocultaba la profecía, en contra de la voluntad manifestada por la Virgen, sino «los hombres de la Iglesia, infieles a su vocación». Cosa muy distinta. El Papa Juan XXIII pensaba que no debía hacerse público el Secreto en 1960. Hubiera echado al traste sus negociaciones en curso con Nikita Jrushchov, en aquella época jefe de Estado soviético. Y además, tenía una visión de la vida notablemente distinta, visión que acabaría revelándose con toda evidencia dos años más tarde, en la apertura del Concilio, durante su discurso del 11 de octubre de 1962 en San Pedro […] Se mofó, con desprecio, de las personas que llamó «profetas de calamidades». Y no nos cabía ninguna duda a nadie de que estaba refiriéndose a los tres profetas de Fátima, a los que hostilizaba. Una vez abiertos los micrófonos al público, tomó la palabra un oyente, quien, remitiéndose a las confidencias que le hizo un jesuita, dijo que había oído que el Tercer Secreto de Fátima se refería a un Papa que «estará bajo el control de Satanás. El Papa Juan sufrió un desmayo, pensando que podría ser él». LA NUEVA VISIÓN DE LUCIA ¿En qué consistiría exactamente el Tercer Secreto, que tanto pavor provocó entre todos y cada uno de los Pontífices la sola posibilidad de darlo a conocer al mundo? Desde aquel lugar [Fátima] se lanzó al mundo una severa advertencia, que va en contra de la facilonería imperante; una llamada a la seriedad de la vida, de la historia, ante los peligros que se ciernen sobre la Humanidad. Es lo mismo que Jesús recuerda con harta frecuencia; no tuvo reparo en decir: «Si no os convertís, todos pereceréis». Solideo Paolini recuerda que «todo esto —como aludía también Ratzinger— vendría acompañado por catástrofes planetarias». Atravesó —recordemos que escribió Lucia— [el «Obispo vestido de blanco», de quien «hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre»] una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Ángeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios. Por si persistía aún alguna duda, el Carmelo de Coimbra publicó en 2013 un documento estremecedor, que ha pasado casi inadvertido hasta hoy mismo en un libro de escasa difusión, titulado en castellano Un camino bajo la mirada de María. Veamos qué relataba Lucia en ese documento ignoto, redactado, como indicaba ella misma, «hacia las cuatro de la tarde del día 3 de enero de 1944»: Mientras rezaba en la capilla del convento ante el tabernáculo, pedí a Jesús que me hiciese conocer cuál era su voluntad, y con el rostro entre las manos esperaba alguna respuesta. Sentí entonces que una mano amiga, afectuosa y materna me tocaba el hombro. Levanté la mirada y vi a la querida Madre del Cielo. La Virgen le dijo a continuación: No temas, quiso Dios probar tu obediencia, fe y humildad. Queda en paz y escribe lo que te mandan, pero no aquello que te es dado comprender de su significado. Lucia anotó, acto seguido, la visión que tuvo aquel día: Sentí el espíritu inundado por un misterio de luz que es Dios y en Él vi y oí: la punta de la lanza como llama que se desprende toca el eje de la Tierra. Ella se estremece: montañas, ciudades, villas y aldeas con sus habitantes son sepultadas. El mar, los ríos y las nubes salen de sus límites, desbordándose, inundando y arrastrando en un remolino casas y gente en un número que no se puede contar. Es la purificación del mundo por el pecado en el cual está inmerso. ¡El odio y la ambición provocan la guerra destructora! Si la Virgen previno ya sobre el final de la Primera Guerra Mundial y el comienzo de otra aún peor (la Segunda) en las dos primeras partes del Secreto de Fátima, ¿pretendía acaso ahora avisar sobre una tercera gran conflagración de consecuencias catastróficas para la humanidad? ¿Fue este, precisamente, el documento que leyó Juan Pablo II antes de realizar sus apocalípticas declaraciones en Fulda? |
EPÍLOGO Son las palabras de Amor entregadas al apóstol Juan en el décimo capítulo del Apocalipsis. Advirtamos finalmente que Lucia relacionó el Tercer Secreto de Fátima con el Apocalipsis: «Está todo en los Evangelios y en el Apocalipsis. Leedlos», indicó. Entonces cayó del cielo una gran estrella que ardía como una antorcha, y alcanzó a un tercio de los ríos y de las fuentes de las aguas. El nombre de la estrella es Ajenjo, y una tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo, y muchos hombres murieron a causa de las aguas porque se habían vuelto amargas. Por si fuera poco, el capítulo vigesimotercero es todavía más desalentador: Y vi una bestia que salía del mar: tenía diez cuernos y siete cabezas, y sobre sus cuernos diez diademas y sobre sus cabezas nombres blasfemos. Satanás lanzará su ataque por medio de las bestias a las que transferirá su poder. La mayoría de los Santos Padres vieron en la bestia de este versículo al mismísimo Anticristo. En la bestia que surge está compendiada toda maldad y toda mentira, de modo que concentrada y cumplida en ella toda la fuerza de la apostasía, sea arrojada al horno del fuego. Estos pasajes del Apocalipsis indujeron a Francisco Sánchez Ventura, hijo espiritual del Padre Pío, a reflexionar en su día sobre el verdadero contenido de la parte no revelada del Tercer Secreto de Fátima, como si hubiese tenido acceso a ella: Todo esto nos permite suponer —vaticinó ya en 1990— que en él se anuncia la Apostasía general y la llegada de un Papa que se convertirá en antipapa. Me explicaré. No se trata del nombramiento de un antipapa, sino de un Papa auténtico, que contagiado por el ambiente y presionado por circunstancias infernales acabará cayendo en la herejía y convirtiéndose en antipapa por su manera de pensar y de actuar. Y este será el profeta del Anticristo. Y en medio de tanta desolación, como un bálsamo de esperanza para la humanidad entera, recordemos que Lucia había escrito: En el tiempo, una sola fe, un solo bautismo, una sola Iglesia, Santa, Católica, Apostólica. En la Eternidad, ¡el Cielo! LA MISIÓN El sábado 22 de octubre de 2016, fui invitado a ofrecer el testimonio de mi conversión por intercesión del Padre Pío en el Primer Congreso Nacional de la Divina Misericordia celebrado en Madrid. Caro Adolfo, Padre Pio ti esorta a fare conoscere nella diletta Spagna il «Quaderno dell’Amore», portato si bene Pace-Gioia-Prosperità. Gesú ti ama a ti Benedice. Tuo Luigi Gaspari. El Padre Pío exhortaba así a Adolfo Castaño, por medio de Gaspari, para que diese a conocer en España el llamado Libro del Amor, cosa que él había podido cumplir tan solo de forma muy limitada, obsequiando a contados amigos y familiares con un ejemplar del librito a lo largo de los últimos años. Es una mística elevada —manifestó Pablo VI—. ¡Qué belleza la del amor entre Padre e hijo! No se puede desperdiciar ni una sola palabra. El mensaje del Santo Padre confirmó a Gaspari lo que le había comentado el Padre Pío, en junio de 1968: «El Papa lo comprenderá todo». Estimado José María: Conforme a cuanto te hablé en el Congreso Nacional de la Divina Misericordia, te remito copia del Libro del Amor que, junto a otro ejemplar en italiano, me envió el autor D. Luigi Gaspari en 1988 y en el propio libro me hacía la dedicatoria manuscrita de la que te acompaño copia. Siempre he guardado esto con cariño. Tú que tanto quieres al Padre Pío (yo sigo llamándole así y admirando su santidad) quizás tengas interés en que este librito sea dado a conocer en España. ¿Qué otra apremiante razón impulsaba a Adolfo, transcurridos ya casi treinta años, a confiarme el relevo que le había dado en su día el propio Gaspari? LA IGLESIA ANTES Y DESPUÉS Piero Drioli, hijo espiritual suyo también, recoge esas manifestaciones del capuchino en su reciente libro El Padre Pío y el Tercer Secreto de Fátima: Estas palabras —manifestó el Padre Pío, a propósito del Libro del Amor— están escritas en el Cielo; son las palabras de Amor entregadas al apóstol Juan en el décimo capítulo del Apocalipsis. Ahora los hombres, si quieren, pueden reconciliarse con Dios, porque Dios, tras el Diluvio, prometió a Noé que ya no volvería a enviar un Diluvio Universal, sino un Diluvio de Amor. Piero Drioli nos descubre otros importantes entresijos en su mencionada obra: En el tiempo, una sola fe, un solo bautismo, una sola Iglesia, Santa, Católica, Apostólica. En la Eternidad, ¡el Cielo! El padre Dolindo Ruotolo ligaba también así de modo inequívoco el Libro del Amor con el décimo capítulo del Apocalipsis, que pronto transcribiremos. INTROSPECCIÓN A DISTANCIA Hagamos un inciso para presentar, como Dios manda, al doctor Luigi Gaspari, autor de esta reliquia literaria inspirada por el Espíritu Santo. Querido Luigi: SIN TIEMPO QUE PERDER Gaspari prosiguió con tesón sus estudios apoyado en las oraciones incesantes del Padre Pío, hasta que logró diplomarse en Farmacia, en 1950. Es el Testamento-Promesa de gracia —dijo el capuchino— que otorga el Corazón de Jesús al alma del hombre que quiera acogerlo con todo el amor de su corazón. El Padre Pío le aconsejó publicar el libro lo antes posible y darlo a conocer al Santo Padre, a la jerarquía eclesiástica y al mundo entero. Se me apareció el Padre Pío —recordaba él— en medio de un ejército de inumerables ángeles bellísimos, todo rodeado de luz y de amor. Acercándose a mí para abrazarme cariñosamente, me dijo: La noche del 22 al 23 de septiembre, Gaspari apenas pudo conciliar el sueño. En su corazón resonaba la dulce voz del Padre Pío, que le entregaba el Libro del Amor y él lo releía hasta el amanecer. Confiaba en poder constatar a la mañana siguiente que su corazonada había sido una horrible pesadilla. Pero no fue así. A las siete de la mañana, le comunicaron desde Roma que el Padre Pío acababa de fallecer, tal y como él había anunciado dos días antes. Que el Ángel de Dios te acompañe y esté siempre y en todo junto a ti; que sea tu refugio y tu guía. Aquella misma mañana del 23 de septiembre, Gaspari supo que el arzobispo de Pittsburgh (Pensilvania), monseñor Nicholas T. Telko, se encontraba en Roma y deseaba hablar con él. Monseñor Telko se había reunido con el Padre Pío dos días antes de su muerte. Gaspari partió hacia Roma y mantuvo luego allí una larga conversación con el arzobispo sobre la extraordinaria importancia del Libro del Amor. El Padre amado —reflexionaba Gaspari, aludiendo al Padre Pío— me había dejado como camino el Libro del Amor, regalo de amor a su Luigi y a todos sus hijos que esperaban el momento para abrazar a su queridísimo Padre [Pío] en el Cielo. Me acordé así de un cántico de Moisés: DULCE Y AMARGO A LA VEZ Ahora sí, reproduzcamos ya sin más dilación el capítulo décimo del Apocalipsis: Al hablar los siete truenos, me disponía a escribir. Pero oí una voz del Cielo que decía: Advirtamos, antes de nada, que el librito era «dulce como la miel» porque anunciaba el triunfo final de la Iglesia, pero resultaba también «amargo en las entrañas» porque advertía sobre su previa y dolorosa purificación. TIEMPO DE ESPERANZA ¿Y qué dice el Libro del Amor? Dice así Jesús a Gaspari, la pluma del Espíritu Santo, y en última instancia a todos los hombres que quieran acoger su Palabra, según la traducción al castellano proporcionada en su día por el propio autor a su amigo Adolfo Castaño: Jesús distingue a continuación entre el bien y el mal, que el hombre elige indistintamente haciendo uso de su completa libertad: ¿Qué es el bien? Es la paz del corazón. Es el sentir un calor que es vida. ¿Qué supone este calor? Caldea e inflama el corazón; os aporta la alegría de vivir; de amar y de dar a todos calor y amor. ¿Es así de verdad? Sí, lo sabéis porque ya lo habéis experimentado otras veces. Pero, ¿por qué solo algunas veces? Porque en esos momentos os inflamaba yo. Yo lo hacía todo por vosotros, para que me conocierais, para que me amarais. ¿Y entonces? No lo supisteis y me volvisteis la espalda. El sufrimiento no proviene de Dios, sino que es consecuencia del pecado. Pero para ayudar a los hombres a sobrellevar el dolor y las contrariedades de la vida, Jesús se ofrece directamente, si se lo piden, o recurre a una persona enviada por Él: Debéis vuestro sufrimiento a vosotros mismos, no lo he querido Yo. Pero gracias a él puedo acudir en vuestra ayuda. ¿Y si no me llamáis? De todas formas lo presiento y vengo enseguida a ayudaros. ¿Cómo? Cuando me llamáis ya estoy ahí. Si no me llamáis directamente, llego por otro camino. ¿Qué camino…? Mi camino es un hombre como vosotros, un hombre que si no es del todo mío, al menos lo es en parte. Envío en vuestra ayuda a esa parte mía. Pero siempre soy Yo el que os socorre en esa persona. El mismo Dios explica en qué consiste darlo todo por su Infinito Amor. Tan solo espera que se lo pidan con el amor que cada hombre es capaz de dar: ¿Qué es todo? Todo es conocerme, conoceros, conocer todo lo que existe, todo lo que veis y no conocéis. Todo lo que podéis conocer es lo desconocido y lo desconocido solo lo podéis conocer a través de Mí. ¡Pero hay tantos hombres que no aman a Dios…! Y no solo no le aman, sino que le ofenden continuamente y con absoluta indiferencia, ignorando el inmenso Amor que Él les profesa: ¿Por qué no me amáis? ¿Por qué no queréis reconocerme? ¿Por qué queréis rechazarme? Vuestra mente no es estable. Es voluble porque se deja llevar de las impresiones externas, de los pensamientos tumultuosos que vienen del mundo. La mente inestable enfría vuestros corazones y rechaza el amor. Jesús incide así en la parábola de la vid y los sarmientos (Jn, 15, 1-8), en la que proclama la imprescindible unidad de todos sus hermanos: «El que permanece en mí y Yo en él, ese da mucho fruto, porque sin Mí no podéis hacer nada», advierte. Y Él es la Verdad: Vuestra unión es mi alegría. Os llenaré de gracia en el empeño que pondréis en amaros y en no separaros nunca. Cuando uno de vosotros tenga la tentación de alejarse del otro, intervendré inmediatamente. Intervendré enérgicamente para impedirlo. Esta es mi voluntad; que cada uno de vosotros dé un paso pequeño hacia el otro y Yo pondré en movimiento el poder de mi Corazón. LA CONVERSIÓN El 9 de abril de 1968, Gaspari oyó decirle también a Jesús, por la mañana: Si me pedís que me dé, es para Mí como una orden y me doy a cuantos me indiquéis… A vosotros pertenece todo lo que recibieron de Mí sin merecerlo y solo porque vosotros me lo suplicasteis… Solo os pido que me tengáis en vuestro corazón… Alejad de vosotros la tristeza. Confiadme todo lo que os hace sufrir y os daré a cambio la alegría. Yo soy todo vuestro bien porque os tengo en medio del mundo; estáis en mi Corazón y Yo en el vuestro. Aquella misma noche, Jesús le confió: La unión conmigo no es otra cosa que dejarme hacer a Mí… No me preocupan vuestros errores, puedo arreglarlos todos… Debéis pedirme claramente porque Yo debo atenerme a vuestras palabras al atenderos. Vuestras palabras se graban en Mi Corazón tal como las pronunciáis; es importante que penséis y reflexionéis antes de pedirme nada. Tratad de determinar bien lo que queréis de Mí… Yo os aconsejaré lo más urgente de lo que deberíais pedirme para vuestro propio bien y para la mayor felicidad de los que queréis… Cuando yo os aconseje, desaparecerán todas vuestras dudas. En la duda haré oír Mi voz e intentaré hacérosla entender… Tened siempre la certeza de que os escucharé cuando me hayáis pedido paciente y humildemente que aleje la duda… El 11 de abril, Jueves Santo, la locución se produjo esta vez en Roma: La llave es mi Corazón que se hace vuestro cada vez que queréis abrirme la puerta cerrada de un corazón… Cuando vuestro bien se dirige a alguien que no desea conocerme, que no busca, que no ama la verdad, ese hombre será para Mí el instrumento por el que os mostraré que debéis uniros más íntimamente conmigo… Las causas que Yo defiendo, las oraciones que escucho, son las que proceden de los que han aceptado servir una sola causa: la verdad por el triunfo de la justicia y del amor… Si el fin que os proponéis es el que os he indicado, yo corregiré vuestros errores; allanaré los caminos que debéis recorrer; os defenderé a vosotros y a vuestros seres queridos de insidias y enemigos. Al cabo de dos días, el 13 de abril, Jesús insistió a través de Gaspari mientras este se hallaba en San Giovanni Rotondo: Vuestra voluntad será una con la mía cuando me améis. La perseverancia debéis pedírmela a Mí; pedidme siempre la voluntad de perseverar en mi amor. La oración será un encuentro conmigo, en una conversación conmigo en la que me daréis vuestro corazón con todo el amor que contiene. Vuestras palabras, pronunciadas en el silencio, serán creadoras… Los pensamientos que me dirigís en silencio son vuestra conversación íntima conmigo, son las palabras que solo Yo oigo y que guardo en secreto para Mi Corazón y el vuestro… Solo espero que vosotros me pidáis conquistar, a través de vuestro corazón unido al mío, el amor de todos los corazones de los hombres que no pueden amarme, que no quieren amarme, que dicen no conocerme, no necesitarme, que no existo, solo porque aún no han recibido el calor de vuestros corazones, de los corazones a quienes di amor para darlo a todos a través de vosotros que lo recibisteis de Mí. El día 16 cesaron ya las inspiraciones del Cielo. Ese día Gaspari estampó en su cuaderno este último mensaje de amor y proselitismo entre los hermanos en Cristo: Aumentaréis en vosotros la fe en Mi poder, os sentiréis capaces de conquistar para Mí los corazones que amáis, de conquistar los corazones de los que no me poseen… No os turbe la dureza de los corazones que no han aceptado escucharos, que no han querido oír hablar de Mí, que me han negado y me ruegan: vuestro empeño en amar a todos los que no os han escuchado no será vano. Después de todo, el Libro del Amor, como el Tercer Secreto de Fátima, están destinados a lanzar el mismo mensaje de conversión a la humanidad entera, y a la Iglesia en particular. Solo con Cristo es posible la salvación y rechazarle, en virtud de la libertad que Él ha conferido a cada uno, lleva implícito el mayor de los castigos: la ausencia de Dios por toda la eternidad. |
INFORME PERICIAL BEGOÑA SLOCKER DE ARCE PERITO CALÍGRAFO • Begoña Slocker de Arce, perito calígrafo de los tribunales de justicia en ejercicio. EXPONE Que ha sido requerida a instancias de D. José María Zavala para realizar pericia caligráfica de dos escritos: ✥ Documento indubitado (Doc. 1) que consta de dos folios correspondientes a la Primera y Segunda parte del Secreto de Fátima, redactadas de puño y letra por Sor Lucía dos Santos en su Tercera Memoria del 31 de agosto de 1941, entregada en su día al Obispo de Leiria-Fátima. Y dictaminar si el Documento dubitado (Doc. 2) está realizado por la misma mano que el Documento indubitado (Doc. 1). MEDIOS TÉCNICOS UTILIZADOS Los documentos en cuestión fueron examinados con los medios propios y habituales en este tipo de estudio. • Lupas normales de 5-15 FUNDAMENTOS TEÓRICOS La escritura de cada persona se compone de gestos individualizados distintos de los de cualquier otra, porque responden a una serie de movimientos realizados de forma automática provenientes de un hábito. Estos gestos se hacen sin que sea necesario un estado de atención para la construcción de cada uno de los trazos que se componen. Así pues, las escrituras de una misma persona deben guardar entre sí una serie de características similares, cuando no coincidentes, como son: la forma, composición, proporción de trazos, proporción determinada, etc. NOTAS: (1) Fisiopatología del Gesto A. G. Madrid. 1981. D. J. Delfín Villalaín Blanco. Doctor en Medicina. Profesor de la cátedra de Medicina Legal de la UCM. Encargado de la Sección de Investigación Criminología. Madrid. ASPECTOS A ESTUDIAR EN LA ESCRITURA • GESTOS TIPO ASPECTOS A ESTUDIAR EN LOS DOCUMENTOS 1 Y 2 • FORMA DOCUMENTOS A ESTUDIAR |
INFORME PERICIAL BEGOÑA SLOCKER DE ARCE PERITO CALÍGRAFO • Begoña Slocker de Arce, perito calígrafo de los tribunales de justicia en ejercicio. EXPONE Que ha sido requerida a instancias de D. José María Zavala para realizar pericia caligráfica de dos escritos: ✥ Documento indubitado (Doc. 1) que consta de dos folios correspondientes a la Primera y Segunda parte del Secreto de Fátima, redactadas de puño y letra por Sor Lucía dos Santos en su Tercera Memoria del 31 de agosto de 1941, entregada en su día al Obispo de Leiria-Fátima. Y dictaminar si el Documento dubitado (Doc. 2) está realizado por la misma mano que el Documento indubitado (Doc. 1). MEDIOS TÉCNICOS UTILIZADOS Los documentos en cuestión fueron examinados con los medios propios y habituales en este tipo de estudio. • Lupas normales de 5-15 FUNDAMENTOS TEÓRICOS La escritura de cada persona se compone de gestos individualizados distintos de los de cualquier otra, porque responden a una serie de movimientos realizados de forma automática provenientes de un hábito. Estos gestos se hacen sin que sea necesario un estado de atención para la construcción de cada uno de los trazos que se componen. Así pues, las escrituras de una misma persona deben guardar entre sí una serie de características similares, cuando no coincidentes, como son: la forma, composición, proporción de trazos, proporción determinada, etc. NOTAS: ASPECTOS A ESTUDIAR EN LA ESCRITURA • GESTOS TIPO ASPECTOS A ESTUDIAR EN LOS DOCUMENTOS 1 Y 2 • FORMA DOCUMENTOS A ESTUDIAR ✥ Documento dubitado (Doc. 2) Hemos estudiado los documentos IND.1 e IND. 2 en sus gestos tipo así como en el documento DUB. La escritura IND.1 e IND. 2 está con fecha de 31 de agosto de 1941. 1. O: Punto de ataque acerado bajando para formar un óvalo que sube terminando el trazo en el interior del mismo (óvalo pinchado). Seguidamente realizaremos superposiciones de algunas muestras de letras indubitadas con dubitadas, donde se observa que la construcción se realiza con el mismo movimiento. Mediante el programa Negastocopio se ha hecho una superposición de letras en las que podemos observar como encajan las mismas con su movimiento natural, ya que si fueran exactamente iguales, podríamos pensar que han sido calcadas. Así podemos ver que entre DUB. e IND. hay pequeñas diferencias de vibraciones propias de la espontaneidad de la escritura. IDENTIDADES Y SEMEJANZAS GRÁFICAS CON RESPECTO A VELOCIDAD La clasificación de la escritura, de acuerdo con su rapidez, puede clasificarse así: precipitada, rápida, mesurada y lenta. Tanto en IND. 1 como en DUB. podemos observar que ambos documentos tienen características de rapidez como escritura extendida, ligada y simplificada, algo de inclinación (hacia la derecha), avance progresivo y barras de t con predominio a la derecha.
La cohesión afecta al grado de unión entre los trazos, pudiendo ser ligada si tiene más de cuatro letras unidas, agrupada en caso de ser tres o cuatro las uniones o desligada, que puede llegar a presentar grupos de dos letras unidas o totalmente separadas. Tanto en IND. 1 como en DUB. podemos observar que ambos documentos tienen características de escritura ligada. Casi todas las letras aparecen unidas en grupos de cuatro y cinco dentro de la palabra, levantando el útil solamente para puntuaciones, barras de t o signos. CONCLUSIÓN A la vista de los hallazgos anteriormente expuestos se puede determinar que, tras un análisis exhaustivo, existen elementos cualitativos y cuantitativos que: ✥ El documento dubitado, aquí referenciado como Tercera Parte no revelada del Secreto de Fátima, ha sido realizado por la misma mano que el documento indubitado correspondiente a la Primera y Segunda Parte del Secreto de Fátima redactados de puño y letra por Sor Lucía dos Santos en su Tercera Memoria del 31 de agosto de 1941. Este dictamen se ha efectuado con la mayor objetividad posible, tomando en consideración tanto lo que pueda favorecer como lo que sea susceptible de causar perjuicio a cualquiera de las partes y conozco las sanciones penales en las que podría incurrir si incumpliese mi deber como perito. Lo que dictamino según mi leal saber y entender en BEGOÑA SLOCKER DE ARCE |
BIBLIOGRAFÍA CITADA BARTHAS, C., La Virgen de Fátima, Rialp, Madrid, 2001. BASSOTTO, C., Juan Pablo I. Venecia en el corazón, Orígenes, Madrid, 1992. BERTONE, T. Y DE CARLI, G., La última vidente de Fátima, La Esfera de los Libros, Madrid, 2007. CARMELO DE COÍMBRA, Un camino bajo la mirada de María. Biografía de la Hermana María Lucía de Jesús y del Corazón Inmaculado, Editorial Monte Carmelo, Burgos, 2013. CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, El mensaje de Fátima, http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20000626_message-fatima_sp.html DOS SANTOS, L., Memorias de Lucía: la vidente de Fátima, Sol de Fátima, Madrid, 1980. DRIOLI, P., Padre Pio e il terzo segreto di Fatima, Edizioni Segno, Tavagnacco, 2016. DZIWISZ, S., Una vida con Karol, La Esfera de los Libros, Madrid, 2007. 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El 13 de mayo de 1917, la Virgen de Fátima se apareció por primera vez a los pastorcitos Lucia, Francisco y Jacinta en la Cova da Iria. (Top Photo. Cordon Press). Virgen anunció para el 13 de octubre de 1917, a las doce del mediodía, un gran milagro. Más de 70.000 peregrinos acudieron a presenciarlo. (© 2017. Hemeroteca Municipal de Lisboa). El sol empezó a girar de repente sobre sí mismo, como una rueda de fuego, mientras diseminaba resplandores amarillos, verdes, rojos o azules. (© Bettman). Esta crónica de la época, firmada por Avelino de Almeida, evidencia el milagro de la danza del sol, el cual pareció desprenderse del firmamento. (© 2017. Hemeroteca Municipal de Lisboa). Pío XII, conocido como «el Papa de Fátima», guardó el Tercer Secreto en una caja fuerte de madera situada en su propio dormitorio. (Ap Photo. Gtres Online). Siendo patriarca de Venecia, en 1956, Angelo Roncalli, futuro Juan XXIII, fue en peregrinación al santuario mariano de Fátima y celebró allí un solemne pontifical. (© Luigi Felici. Ap Photo. Vatician Photo. Gtres). Sobre Juan XXIII, el cardenal Silvio Oddi nos dice: «Una vez leído el texto del Tercer Secreto de Fátima, el Papa lo devolvió a la caja fuerte». (© Mario Torrisi. Ap Photo. Gtres Online). Monseñor Loris Capovilla, a quien vemos paseando con Roncalli, confirmó al intelectual católico Solideo Paolini la existencia de dos textos distintos del mismo Tercer Secreto. (Mondadori Portfolio. Album). Pablo VI leyó también dos documentos diferentes del Tercer Secreto: uno, la tarde del jueves 27 de junio de 1963, y el segundo, el 27 de marzo de 1965. (© Luigi Felici. Ap Photo. Gtres). El cardenal Ottaviani, que leyó el Tercer Secreto con Juan XXIII, nos recuerda que este «lo puso en uno de esos archivos vaticanos que son como un pozo profundo, negro […] que nadie puede ver ya más…». (Top Photo. Cordon Press). Juan Pablo I era un gran devoto de la Virgen de Fátima. Siendo patriarca de Venecia, viajó a Coimbra el 11 de julio de 1977 para entrevistarse con Lucia en privado. (Ap Photo). Albino Luciani no tuvo tiempo de dar a conocer el Tercer Secreto de Fátima, por más que lo hubiese deseado, pues falleció presuntamente envenenado. (Ap Photo. Gtres Online). Juan Pablo II elevó al Padre Pío a los altares en junio de 2002, en la ceremonia de canonización más multitudinaria en la historia de la Iglesia, incluida la del propio Wojtyla. (© Domenico Stinellis. Ap Photo. Gtres). Dotado de carismas sobrenaturales, como el de profecía o el de introspección de conciencias, el Padre Pío conocía el Tercer Secreto de Fátima. (Ap Photo. Gtres). El 13 de mayo de 1981, a las 17.19 horas, poco después de que el jeep descubierto de Juan Pablo II diese la segunda vuelta a la plaza de San Pedro, se escuchó el primer disparo, seguido de una segunda detonación. (© Arturo Mari. Ap Photo). Juan Pablo II se sentía consolado por Jesús y María, a quienes invocaba continuamente, mientras era conducido en ambulancia al Policlínico Gemelli, siguiendo la indicación del doctor Renato Buzzonetti. (Ap Photo. Gtres Online). «Si efectué solo dos disparos —declaró Agca al juez— fue porque a mi lado había una monja que en un momento dado me asió del brazo derecho y me impidió seguir disparando… ». Esa monja era sor Rita, hija espiritual del Padre Pío. (© Boglio. Ap Photo. Gtres Online). La prensa, incluida la revista Interviú, publicó estas insólitas fotografías de Juan Pablo II tras el atentado de 1981 en las que el Pontífice aparecía con traje de baño en la piscina de Castel Gandolfo. Fotos cedidas por Interviú. Entrevistado por Vittorio Messori, el cardenal Ratzinger advirtió, en clave de futuro, que en Fátima «se lanzó una llamada a la seriedad de la vida, de la historia, ante los peligros que se ciernen sobre la Humanidad». (© Domenico Stinellis. Ap. Photo Gtres Online). Pero, convertido ya en Papa, Benedicto XVI asoció el contenido del Tercer Secreto con el atentado frustrado contra Juan Pablo II a manos del turco Alí Agca, relegándolo así al pasado. (© Pier Paolo Cito. Ap Photo. Gtres). El cardenal Tarcisio Bertone ha reiterado que el Tercer Secreto de Fátima se publicó en su totalidad y que la consagración de Rusia realizada por Juan Pablo II fue también válida. (© Plinio Lepri. Ap Photo. Gtres). El 31 de agosto de 1941 Sor Lucia escribió en su cuaderno personal las dos primeras partes del Secreto de Fátima o, como el lector prefiera, el primer y segundo Secreto de Fátima. En la primera parte del Secreto, Lucia describe el infierno, y en la segunda recoge este mensaje de la Virgen: «La guerra pronto terminará [Primera Guerra Mundial]. Pero si no dejaren de ofender a Dios, en el pontificado de Pío XI comenzará otra peor». El 26 de junio de 2000, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede —abarrotada de periodistas y fotógrafos—, los cardenales Ratzinger y Bertone anunciaron al mundo el Tercer Secreto de Fátima, cuyo manuscrito íntegro reproducimos en esta página y la siguiente. Lucia no escribió «como muerto» al dictado de la Virgen de Fátima, sino «muerto», textualmente. De hecho, Juan Pablo II no falleció providencialmente a causa del atentado. ¿Era entonces ese «Obispo vestido de Blanco» el propio Karol Wojtyla? «Hubiera bastado simplemente —sugiere el estudioso César Uribarri— con decir que ese Papa que cae muerto es Juan Pablo II […]. Lo curioso es que se citaba continuamente el manuscrito de la vidente añadiendo siempre ese “que cae como muerto”, dejándolo pasar por textual. Y esto era sospechoso…» Se echaban en falta también algunos elementos descritos por Sor Lucia, como la «montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos», la «gran ciudad medio en ruinas» que atravesó el Papa o «el grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas», además de Alí Agca. Igual que los dos primeros Secretos de Fátima, la hoja que ahora reproducimos también fue escrita por la misma mano de Lucia, según la prestigiosa perito calígrafo Begoña Slocker de Arce. En este documento nuevo se alude a la apostasía en la Iglesia. Don Gabriele Amorth, exorcista oficial del Vaticano, recibió al autor en su sala de exorcismos de Roma para desvelarle aspectos sobre el Tercer Secreto de Fátima o la situación interna de la Iglesia. Don Gabriele Amorth, exorcista oficial del Vaticano, recibió al autor en su sala de exorcismos de Roma para desvelarle aspectos sobre el Tercer Secreto de Fátima o la situación interna de la Iglesia. El reportero francés Robert Serrou, de Paris Match, tomó esta fotografía de la caja fuerte de madera situada en los aposentos de Pío XII, donde se guardaba el Tercer Secreto de Fátima, cuya parte revelada se custodiaba, en cambio, en el Santo Oficio. (Por cortesía de Paris Match). El secreto mejor guardado de Fátima No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (art. 270 y siguientes del Código Penal) Diríjase a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra. Puede contactar con Cedro a través de la web www.conlicencia.com o por teléfono en el 91 702 19 70 / 93 272 04 47 © de la imagen de la portada: Hemeroteca Municipal de Lisboa www.planetadelibros.com Primera edición en libro electrónico (epub): febrero de 2017 ISBN: 978-84-9998-600-5 (epub) Conversión a libro electrónico: Safekat, S. L. www.safekat.com
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